LOGH I - El ataque a Iserlohn

I
Iserlohn.

Ese era el nopmbre dado a esa fortaleza vital del imperio galáctico. Localizada a 6250 años luz de la capital imperial, en Odín; estaba Artena, una estrella plenitud, originariamente un sol solitario sin planetas propios. Su importancia astrográfica había llevado al imperio galáctico a construir en su órbita un mundo artificial de 60 kilómetros de diámetro para su uso como base de operaciones.
Cuando se veía la galaxía directamente desde arriba, Iserlohn aparecía situado justo en la punta de una región triangular donde la influencia del imperio galáctico se adentraba en la Alianza de planetas libres. Esta amplia franja de territorio, una zona dificil para la navegación , era el cementerio interestelar conocido como el espacio Sargasso (ndt: referencia "espacial" al mar de los sargazos, imagino), donde los fundadores de la alianza de planetas libres habían perdido una vez a tantos de sus camaradas. Posteriormente, este trozo de historia, que los dirigentes del imperio habían encontrado muy satisfactoria, había jugado un papel importante a la hora de fortalecer su resolución para construir una fortaleza militar en dicha región, desde la cual amenazar a la alianza.

Estrellas variables, gigantes rojas, campos gravitatorios irregulares...a través de densas concentraciones de estos peligrosos fenómenos, había un estrecho corredor seguro en medio del cual estaba Iserlohn. Viajar de la alianza al imperio sin usar este area significaba usar una ruta a traves del dominio Phezzaní, y el uso de esa ruta para operaciones militares era indudamente un problema.

El corredor Iserlohn y el corredor de Phezzan. Tanto políticos como tácticos habían intentado de todas las maneras posibles tratar de descubrir si una posible tercera ruta que conectara la alianza y el imperio podría ser descubierta, pero los defectos en los sistemas estelares y la interferencia (visible e invisible) desde el imperio y Phezzan, habían frustrado esas intenciones. Desde la perspectiva de Phezzan, el mismo valor de su existencia como un puesto comercial a mitad de camino estaba en juego, y el descubrimiento de un posible tercer corredor, no era algo que fueran a contemplar de brazos cruzados.

Debido a esto, la materialización del plan de las fuerzas armadas de la Alianza (resumido en las palabras: ¡Tenemos que invadir el territorio imperial!) era dependiente de la lucha para capturar Iserlohn. Desde la construcción de su construcción, la alianza se había atrevido a lanzar seis ataques a gran escala para tomarla, y cada vez fueron rechazados. Esos intentos fallidos habían dado pie a que los militares imperiales hicieran alarde de que “el corredor iserlohn estaba poblado de cadáveres de rebeldes”.

(Nota del traductor: Parte de este parrafo ha sido traducido de forma bastante libre, porque principalmente no le encontraba sentido al fragmento. << Across four and a half centuries, they had dared six times to launch large-scale attacks to take the fortress>> Literalmente sería: A lo largo de cuatro siglos y medio, se atrevieron a lanzar seis veces ataques a larga escala para tomar la fortaleza. ¿Cual es el problema? Pues es fácil de ver si tenéis fresco el prólogo. La guerra Imperio-Alianza tiene unos 150 años como mucho, y la fortaleza Iserlohn apenas unos 30 en ese punto de la historia. Y aunque eso no quita que no hayan librado batallas anteriormente por esa zona, antes de que la fortaleza estuviera allí (El desastre dagón, por ejemplo), pero no tiene sentido hablar de “ataques a la fortaleza” en un contexto en que esta no esta.)

Yang Wen-li había tomado parte dos veces en operaciones militares cuyo objetivo era tratar de tomarla. Había sido teniente comandante durante la quinta operación, y capitán durante la sexta. Dos veces había sido testigo de un número de muertes masivas, y había llegado a darse cuenta de la estupidez que suponía tratar de abrirse paso a través de mera fuerza bruta.

No podemos tomar Iserlohn atacándola desde el exterior. Yang había pensado en medio de una flota lista para volar. Pero teniendo en cuenta eso, ¿cómo podríamos hacerlo?
Además de ser una fortaleza, Iserlohn cobijaba una flota con una fuerza de 15000 naves. El comandante de la fortaleza y el comandante de la flota eran ambos Almirantes. ¿No había ninguna clase de apertura del que pudiera aprovecharse?

La reciente incursión avanzada del Conde Lohengramm también había usado la fortaleza como base avanzada de operaciones. Sin importar que, Yang tenía que derribar esta ominosa fortaleza militar del imperio. Y además, solo recibido media flota para hacerlo.

“Francamente, no pensé que aceptarías esta misión” Dijo el contralmirante Cazellnu mientras hojeaba un documento referente a la organización de la flota. Estaban en su oficina de los cuarteles generales conjuntos. “El consejero y el director cuentan con esto...por sus propias razones. Seguramente puedes ver a través de ambos.”

Sentado frente a él, Yang se limitó a sonreír sin responder. Cazellnu estampó sus papeles sobre la mesa con revuelo y miró con profundo interés a su antiguo compañero novato de la academia de oficiales.
“Nuestras fuerzas han tratado seis veces de tomar Iserlohn , y seis veces hemos fallado. ¿Y me estas diciendo que vas a hacerlo con solo media flota?”

“Bueno, pensé que podría probar”
Los ojos del antiguo superior de Yang en la academia se estrecharon muy ligeramente ante tal respuesta.
“Así que piensas que hay una oportunidad. ¿Que vas a hacer?”
“Es un secreto”
“¿Incluso para mi?”
“Empezar a actuar de forma arrogante es lo que te hace apreciar esta clase de cosas”, dijo Yang.
“Tienes razón. Dime si necesitas cualquier suministro que pueda preparar para tí. Ni siquiera pediré un soborno.”
“En ese caso una nave Imperial, por favor. Deberíamos tener alguna nave capturada ¿no? Y tambien, si puedes prepararme unos doscientos uniformes imperiales...”
Los ojos de Cezellnu se abrieron de la pura sorpresa.
“¿Cual sería la fecha de entrega?”
“En...los próximos tres días.”
“...No voy a pedirte que me pagues las horas extra, pero al menos vas a invitarme a Coñac.”
“Te invitaré a dos. Y por cierto, tengo una pedición más...”
“Que sean tres ¿Qué pasa?”
“Es sobre esos extremistas llamados los caballeros patriotas”
“Si, lo he oído. Debe haber sido horrible”

Como Julian estaría solo en casa por un tiempo, Yang solicitó que se hicieran los arreglos necesarios para que la policía militar patrullara el vecindario en su ausencia. Había pensado dejar al chico con alguna otra familia, pero era improbable que Julian, el oficial al mando de la casa cuando Yang no estaba; lo hubiera aceptado. Cazellnu dijo que se encargaría de ello en un momento, y miró a Yang mientras parecía recordar algo.

“Oh, si. El alto comisionado de Phezzan. Últimamente hatenido una curiosidad terrible sobre ti”

“¿Oh?”

La entidad especial conocida como Phezzan tenía un interés por Yang que era un poco diferente del que tenía por otros. Ese dominio había sido la creación de un gran mercante de nacimiento terrano llamado Leopold Laap, pero habían muchas cosas sobre su trasfondo y fuente de fondos que eran ciertamente turbias ¿Había alguien por alguna razón causado que Laap creara esa entidad conocida como Phezzan? Yang habiendo intentado y fallado en convertirse en historiador, pensaba en cosas así tambien. Naturalmente no había hablado de esto a nadie más.
“Parece que has atraído el interés del zorro negro de Phezzan. Podría intentar conseguir conseguir tu talento”
“Me pregunto si el té de Phezzan es bueno”
“Con sabor a veneno, probablamente...por cierto ¿como va la planificacion? Preguntó Cazellnu.
“Las cosas que salen como dice un plan son muy raras en este mundo. Aunque no puedo hacer uno apropiadamente.”
Con esas palabas, Yang se marcho. Le esperaba una montaña de trabajo.

No era solo que personal y naves de la flota decimotercera , siendo la mitad de lo normal fuera algo anormal. Muchos de sus oficiales y soldados eran supervivientes de los remanentes de la cuarta y la sexta flota que habían sido tan sonoramente derrotados en Astarte; el resto eran nuevos recrutas que carecían de experiencia en batalla. Yang podría ser un prometedor contralmirante, pero no dejaba de ser un muchacho que no llegaba a los 30...y las palabras de sorpresa, decisión y conmoción de almirantes mas experimentados habían alcanzado sus oídos: Parece un bebe que todavía lleva pañales, intentando golpear a un león en un combate a muerte con sus manos desnudas. Debería ser divertido de ver. Si te han forzado, te han forzado. Pero si vas por tu propia voluntad….¡madre mía!

Yang ni siquiera se enfadó. Tendrías que ser un optimista irremediable para no tener dudas sobre esta operación, pensó.
El único que había respaldado a Yang era el Vicealmirante Bucock, oficial al mando de la Quinta Flota. Un almirante de pelo blanco, poco sociable, de setenta años de edad, conocido por ser un individuo testarudo con mal carácter. Cuando era saludado por gente como Yang, devolvía un saludo desinteresado con una mirada sospechosa que casi decía: "¿De dónde ha salido este novato?". En el Venado Blanco -un club para oficiales de alto rango- sus compañeros almirantes habían estado usando a Yang y a la Decimotercera Flota como motivo de múltiples bromas cuando ese "viejo espeluznante" había dicho: "Espero que no terminen quedando en ridículo después. Podríais estar mirando a un brote de secuoya y reídos de él solamente por no ser alto.”

Enmudecieron por completo. Habían recordado la capacidad que Yang había demostrado en Astarté y en batallas previas. Ante las palabras del anciano almirante, su mentalidad de grupo se había desvanecido. Los almirantes habían vacíado sus vasos para después separarse, no sin albergar un sentimiento extraño en el pecho, de haber dicho algo que no podrían arreglar después…

Yang, a cuyos oídos había llegado la historia; no hizo ningún esfuerzo particular para agradecer al vicealmirante Bucock. Sabía que si lo intentara, el almirante de pelo blanco se reíría a carcajadas.
Pese a que la oposición del almirantazgo subsistió por un tiempo, la situación general no había mejorado demasiado. El sombrío hecho todavía permanecía: esa media flota hibrida, compuesta de supervivientes derrotados y reclutas verdes, iba a atacar una fortaleza impenetrable.

Yang invirtió un gran esfuerzo a la hora de escoger a su oficiales ejecutivos. Como su vice comandante elegió al comodoro Edwin Fischer, un habilidoso y experimentado oficial que había luchado bien en la cuarta flota. Como jefe de personal escogió al comodoro Murai, un hombre carente de originalidad pero poseedor de una mente precisa y bien ordenada. Como asistente, nombró al Capitán Fyodor Patrichev, que tenía reputación de buen luchador.

Yang recibiría consejo sensato de Murai, y le usaría como consejero para la toma de decisiones y planificación de operaciones. Patrichev se dar coraje a las tropas. Y Fischer la flota de forma precisa.

Creo que puedo estar satisfecho con las asignaciones que he hecho hasta ahora, pero no sería mala idea encontrar un ayudante de campo, pensó Yang. Le hizo una petición a Cazellnu para encontrar a un “joven oficial prometedor” y un comunicado llegó más tarde que decía: “Tengo justo la persona. Promoción del 794, mejor de su año.- Muchísimo mejor estudiante que tú- ahora mismo, en el departamento de análisis de datos, en los cuarteles generales conjuntos.”
El oficial prometedor que apareció ante Yang poco después era una bonita joven con ojos de color avellana y cabello castaño dorado con una ondulación natural. Hasta un simple uniforme militar negro y marfil le quedaba bien. Yang se quitó sus gafas de sol y se la quedó mirando fijamente.
“Informa, la Subteniente Frederica Greenhill. He sido asignada para trabajar como ayudante de campo para el contralmirante Yang.”
Esa fue su introducción.

Yang se puso sus gafas de sol para ocultar su expresión, pensando que seguramente debe haber una cola negra y puntiaguda escondida en la parte trasera de los pantalones del uniforme de Alex Cazellnu. Ella era hija de Dwight Greenhill, subdirector del Cuartel General de Operaciones Conjuntas, y tenía la reputación de poseer una memoria extraordinaria.
Y así fue como se decidieron las asignaciones de personal para la Decimotercera Flota.

II
El 27 de abril del 796, El contralmirante Yang, comandante de la decimotercera flota de las fuerzas armadas de la Alianza de planetas libres, estableció la ruta para atacar Iserlohn.

Oficialmente, este viaje iba a ser la primera maniobra a gran escala de la nueva flota, que se llevaría a cabo en un sistema estelar de retarguardia, en la dirección opuesta a la de la frontera imperial de la alianza. Salieron de Heinessen por medio de una navegación de impulso 50-C, en dirección opuesta a la de Iserlohn, y después de tres días, volvieron a calcular la ruta y ejecutaron ocho saltos de largo alcance y once de corto alcance, entrando finalmente en el Corredor Iserlohn.

“Cuatro mil años luz en 24 días. No está mal.” Murmuró Yang. Pero no solo era eso. El hecho de que una flota reunida y prefabricada tan a prisa hubiera sido capaz de alcanzar el destino sin perder una nave, era digno de elogio. Por supuesto, este éxito se debía a la extera mano del vicecomandante , el Comodoro Fischer, elogiado por su magistral operación en operaciones de flota.

“La flota tiene un experto en eso, asi que...” Diría Yang, dejando los asuntos relevantes a Fischer. Cuando él decía algo, el solamente asentiría en aprobación.

La mente de Yang se concentraba solo en una cosa: como capturar la fortaleza Iserlohn. Cuando había revelado su plan a sus tres oficiales ejecutivos, ellos se habían encontrado sin palabras.

Fischer, en su mediana edad tardía, con su pelo plateado y su bigote; Murai , un delgado hombre de aspecto nervioso, cercano en edad a Fischer; y Patrichev con largas patillas en su cara redondeada y un uniforme que parecía a punto de estallar, por el mero hecho de llevarlo puesto. Los tres simplemente devolvieron la mirada a su joven comandante por unos momentos.

Pasó un momento y Murai preguntó la pregunta obvia:”¿Y si no funciona, entonces que?”

“Entonces todo lo que podemos hacer es correr con el rabo entre las piernas”

“Pero si hacemos eso...”

“¿Entonces que? No se preocupe de eso. Tomar Iserlohn con media flota es una petición excesiva, para empezar. Los que terminarán avergonzados frente a todos serán el director Stolet y yo”

Tras despedir a los tres, Yang llamó a su ayudante; la subteniente Frederica Greenhill.

En su posición de ayudante personal, Frederica había sabido del plan de Yang antes que el resto, pero no había tenido objeción alguna, ni mostrado signo alguno de ansiedad o nerviosismo. Todo lo contrario, había predicho un éxito con una certeza que sobrepasaba las expectativas del mismo Yang.

“¿Que te hace tan confiada?” Yang no pudo evitar preguntarlo, pese a que era consciente de que era una cosa extraña que decir.
“Porque, almirante, fue también exitoso en El fácil, hace 8 años”
“Pero eso sigue siendo una base terriblemente endeble para afirmarlo, ¿no crees?”
“Puede… pero en esa ocasión, Almirante, tuvo éxito en plantar una confianza absoluta en el corazón de una niña.”
Como respuesta, él le dirigió una mirada interrogativa.

La oficial de cabello castaño dorado respondió a su dubitativo superior: “Estaba en El Facil con mi madre en esa época. Era el hogar de la familia de mi madre. Recuerdo claramente a un joven subteniente que estaba mordisqueando un bocadillo mientras organizaba los procedimientos de evacuación. Apenas había tenido tiempo de comer. Ese subteniente, sin embargo, haya olvidado con toda seguridad a la chiquilla de catorce años que le llevó café en un vaso de papel cuando se ahogó con ese bocadillo ¿no?”

Yang no tenía una respuesta preparada.

“¿Y lo que dijo después de que su vida fuera salvada tras beber ese café?”
“¿Qué dijo?”
"No soporto el café. Habría estado bien si hubiera sido té". ”
Sintiendo el comienzo de un ataque de risa, Yang aclaró su garganta en voz alta para sacarla de su cuerpo.
"¿Dije algo tan grosero?"
“Ciertamente, lo dijiste; mientras aplastabas el vaso vacío con la mano”
“¿En serio? Me disculpo. Aunque tienes que encontrar un mejor uso para tu memoria”

Las palabras sonaban ciertamente razonables, aunque no eran nada más que un reflejo de la frustración que sentía. Frederica había descubierto 6 imágenes de entre 14.000 tomadas de Iserlohn, en las que el estado anterior y posterior a la batalla no coincidía en las imágenes; probando de paso la utilidad de su poder memorístico.
“Llama el Capitán Von Schenkopp “ Dijo Yang.

Exactamente tres minutos más tarde, el Capitán Walter von Schenkopp apareció frente a Yang. Era el Capitán del regimiento de los RosenRitter , o “Caballeros de la rosa” perteneciente al departamento de guerra terrestre de las fuerzas armadas aliadas. Era un hombre de unos treinta años con una apariencia refinada, aunque los de su propio genero normalmente se referían a él como un “Hijo de puta pretencioso”. Nacido de una respetable familia de aristocrátas imperiales, el normalmente hubiera estado en el campo de batalla llevando un uniforme de almirante imperial.

Los Rosen Ritter habían sido primeramente establecidos por hijos de aristócratas que habían desertado del imperio a la alianza, y tenía una historia de medio siglo. Esa historia estaba parcialmente escrita en letras de oro y parcialmente en borrones de tinta negra. El regimiento había tenido anteriormente doce capitanes. Cuatro habían muerto en batalla, luchando contra su antigua patria. Dos se habían retirado tras convertirse en almirantes. Seis habían regresado a su anterior patria, algunos con discreción y otros cambiando de bando en mitad del combate.

Había gente que murmuraba cosas como:”Ese tio tiene mala suerte. Como es el capitán numero 13, probablemente será el séptimo traidor.” En cuanto a la razón de que el numero 13 diera mala suerte, no había consenso. Una teoría decía que era porque la guerra termonuclear que casi había erradicado a la humanidad en Terra (Llegando a ser el estímulo que llevaría a los supervivientes a abolir por completo las armas de fisión nuclear) había durado trece días. Otros clamaban que era porque el fundador de una antiquísima religión, extinta mucho tiempo atrás había sido traicionado por su decimotercer discípulo.

“Von Schenkopp se presenta, señor”

Su respetuoso tono de voz era un pobre encaje para su expresión descarada. Mientras Yang miraba a ese antiguo ciudadano imperial, que sería tres o cuatro años mayor que él, pensó :

“Adoptar una actitud artificial como esa podría ser su forma de tantear a la gente. E incluso si es así, no puedo permitirme seguirle la corriente en cada punto...”

“Hay algo que necesito hablar con usted”

“¿Algo importante”

“Probablemente lo sea. Es sobre la captura de Iserlohn” Respondió Yang.

Por unos pocos segundos la linea de visión de Schenkopp vagabundeó por la habitación.

“Eso es extremadamente importante. ¿Está bien que lo consulte con un oficial menor como yo?”
“Solo puede ser contigo. Quiero que escuches bien.” Yang comenzó a describirle el plan.

Cinco minutos después, Schenkopp había terminado de escuchar la explicación de Yang y tenía una mirada extraña en sus ojos marrones. Parecía estar tratando de eliminar y contener un gran shock.

“Déjame adelantarme para decir esto, Capitán: Esto no es un plan en pleno sentido de la palabra. De hecho, es más bien un truco barato,” dijo Yang quitándose su boina negra y haciendola girar en su dedo.
“Pero si vamos a ocupar la impenetrable Iserlohn, creo que es la única manera. Si esto no funciona, está más allá de mis habilidades”

“Está en lo cierto- probablemente no hay otra manera” Dijo Schenkopp, mesándose la barbilla “Cuanta más gente depende de esas resistentes fortalezas, mas tienden a fastidiarla. Existe una posibilidad de éxito...salvo por…”
“¿Salvo por qué?”
“Si, como los rumores sugieren...me fuera a convertir en el séptimo traidor, todo habría sido por nada. Si eso fuera a pasar, ¿qué haría?”

“Tendría un problema”
Schenkopp esbozó una sonrisa dolorida al ver la mirada seria de Yang.
“Si, por supuesto- Eso sería un problema. Pero ¿es todo lo que sería? Seguramente pensaría en alguna forma de contrarrestarlo.”
“Bueno, si. Pensé sobre eso”
“¿Y?”
“No se me ocurrió nada. Si nos traicionas, tiraré la toalla y regresaremos a casa. No habrá nada más que pueda hacer”

La boina se deslizó del dedo de Yang y se cayó al suelo. La mano del antiguo ciudadano imperial la alcanzó yla recogió, para una vez que le sacudió un polvo que ni siquiera se había llegado a adherir; devolversela a su oficial superior.

“Disculpa”
“Sin problema. Entonces ¿estas diciendo que tienes confianza absoluta en mi?”
“Siendo honesto, no confío mucho en mi mismo” respondió Yang planamente “ pero a menos que confíe en tí, el plan mismo se acabará antes de empezar. Así que confiaré en tí. Es el gran prerequisito.”

“Ya veo,” Dijo Schenkopp, pese a que la apariencia de su rostro dijera que no le había necesariamente tomado a Yang la palabra. El co,andante de los Rosen Ritter miró de nuevo a su superior con una clase de mirada que parcialmente trataba de discernir las verdaderas intenciones de Yang, así como las suyas propias.

“¿Puedo preguntarle algo, almirante?”
“Dispara”
“Las ordenes que recibió esta vez eran prácticamente imposibles. Le dijeron que tomara media flota, con tropas indisciplinadas, que más bien son una masa alborotada- y tomar Iserlohn. Incluso si lo rechazara, no habrían muchos que le culparan. El hecho de que accediera, quiere decir que ya tenia este plan en mente. Sin embargo, me gustaría saber que hay en su cabeza, por debajo de todo eso. ¿Ansía honores?¿O un ascenso?”

La luz de los ojos de Schenkopp era afilada e implacable.
“No creo que fuera ...el ansía por un ascenso precisamente” dijo Yang. Su respuesta era totalmente indiferente, como si hablara de otra persona “ Me parece suficiente que me llamen “Excelencia” antes de los 30. Porque en primer lugar, si sigo vivo al final de esta misión, mi intención es retirarme”
¿Retirarse?”
“Si, bueno. Tengo la pensión y también la paga de retiro… debería ser suficiente para que yo y otra persona vivamos con un estilo de vida cómodo aunque modesto”
“¿En serio dice que se retirara bajo esas condiciones?”

Yang sonrió ante el sonido de la voz de Schenkopp. Parecía estar luchando por entenderlo.

“Con estas condiciones: Si nuestras fuerzas ocupan la fortaleza, eso cortará la que es probablemente la unica ruta del imperio para invadirnos. Mientras la alianza no decida hacer algo estúpido como usar la fortaleza como una plataforma para su propia invasión a gran escala, ambos poderes serán incapaces de chocar incluso si quieren. Al menos no a gran escala.”
Schenkopp escuchó en silenció.
“En ese punto, dependerá de la habilidad diplomática del gobierno de la alianza, y ya que habremos ganado un importante punto estratégico , podríamos ser capaces de obtener un tratado de paz satisfactorio con el imperio. Y en lo que a mi respecta, puedo retirarme con mi mente en paz si eso pasa.”

“Aunque me pregunto si esa paz puede durar”

“La paz duradera nunca ha existido en la sociedad humana, asi que no aspiro a eso. Aun así, han habido periodos de pal y prosperidad que se han alargado a lo largo de varias décadas. Si tenemos que dejar alguna clase para la próxima generación, lo mejor que podemos darles es paz. Y mantenerla será la tarea de la próxima generación. Si cada generación recuerda su responsabilidad hacia las futuras generaciones , puede mantenerse una paz a largo plazo. Si se olvidan, arruinaran ese legado, y la raza humana volverá a la casilla de salida. Aunque eso también está bien”

Yang se caló en la cabeza la boina con la que había estado jugando.

“En resumen, todo a lo que realisticamente aspiro es a una paz que se extienda por las siguientes décadas. Pero incluso así, un periodo de paz así de extenso sería mucho mejor que una guerra que durara la décima parte. Hay un chico de 14 años viviendo en mi casa, y no quiero verle arrastrado a un campo de batalla. Así es como me siento.”

Cuando Yang cerró la boca, se hizo el silencio. Aunque no duró mucho.

“Discúlpeme, almirante, pero o es un hombre excepcionalmente honesto o el mayor sofista desde los tiempos de Rudolf el grande”Schenkopp esbozó una sonrisa irónica “en cualquier caso, ha sido una respuesta mejor de lo que esperaba. Lo daré todo, también, por una paz no-tan-duradera.”
Ninguno de los dos hombres eran de los que se estrechaban la mano con emoción después de decir (u oír cosas así) así que desde allí la conversación derivó inmediatamente a asuntos de negocios, mientras discutían los detalles de la operación. 

III
Habían dos almirantes en los militares apostados en Iserlohn. Uno de ellos era comandante de la fortaleza ,el Almirante Thomas von Stockhousen, y el otro el comandante de la flota de Iserlohn; almirante senior Hans Dietrich von Seeckt. Ambos tenían cincuenta años de edad, y meintras que la altura tambien era un aspecto que ambos compartían, la cintura de Stockhousen era una talla mas estrecha que la de Seekt.

No estaban en términos amistosos, pero esto tenia menos que ver con la responsabilidad individual de cada uno que con la tradición. Eran dos comandantes, con un rango similar, en el mismo espacio de trabajo.

Era una maravilla cuando no se peleaban entre ellos.
Los conflictos emocionales se extendían naturalmente incluso a las tropas bajo su mando. Desde el punto de vista de la guarnición de la fortaleza, la flota era como un molesto huésped que peleaba afuera, y luego volvía corriendo cuando las cosas se ponían peligrosas, buscando un lugar seguro donde esconderse: un hijo pródigo, por así decirlo. Y si se les preguntaba a los tripulantes de la flota, dirían que las tropas de la guarnición de la fortaleza eran un montón de "topos espaciales" escondidos en un escondite seguro y divirtiéndose jugando a la guerra con el enemigo.
Dos cosas apenas salvaban la brecha entre ellos: su orgullo como guerreros "apoyando la fortaleza inexpugnable de Iserlohn" y su entusiasmo por luchar contra el "ejército rebelde". De hecho, cuando llegaron los ataques enemigos, compitieron sin descanso por el éxito, aun cuando se despreciaban y maldecían unos a otros. Esto resultó en el logro de enormes éxitos militares.
Cada vez que las autoridades militares proponían combinar las oficinas de la fortaleza y del comandante de la flota para unificar la cadena de mando, se rechazaba la idea. Ello se debió a que la disminución del número de puestos a nivel de comandante planteaba un problema para los oficiales de alto rango y también a que no existían ejemplos previos de conflictos entre los dos que condujeran a un resultado fatal.

Era el 14 de Mayo del calendario estelar. Los dos comandantes, Stockhausen y Seekt estaban en su sala de conferencias. Originariamente, esto había sido parte de un salón para oficiales de alto rango, pero al estar a la misma distancia de ambas oficinas, se había remodelado como una sala de reuniones a prueba de sonido. La medida se habia tomado porque a ninguno le gustaba la idea de ir a la oficina del otro, y ya que ambos estaban en la misma fortaleza no tendría sentido emplear comunicaciones visuales.

Por los últimos dos días, las comunicaciones en las cercanías de la fortaleza habían sido confusas. No cabía duda de que se acercaba una fuerza rebelde. Sin embargo, aún no ha habido nada como un ataque. Los dos comandantes se estaban reuniendo para discutir qué hacer al respecto, pero la conversación no avanzaba en una dirección necesariamente constructiva.

"Dice que deberíamos lanzar la flota ya que los rebeldes están ahí fuera, Comandante, pero no sabemos dónde están, así que, ¿cómo va a luchar contra ellos?"
Así habló  Stockhausen, a lo que  Seeckt respondió:
"Por eso es por lo que deberíamos salir: para averiguar dónde se esconden. Si los rebeldes vienen a atacar, es probable que movilicen una gran fuerza".
Con las palabras de  Seeckt,  Stockhausen asintió, en un gesto de completa seguridad en sí mismo. "Que terminará con ellos siendo rechazados de nuevo. Los rebeldes nos han atacado seis veces, y seis veces han sido repelidos. Incluso si están a punto de volver, sólo significará que seis veces se convertirán en siete".
"Esta fortaleza es realmente asombrosa", dijo el comandante de la flota, insinuando que no es porque el comandante de la fortaleza fuera particularmente capaz."En cualquier caso, es un hecho que el enemigo está cerca. Me gustaría movilizar a la flota e ir a buscarlos".
"Pero si no sabes dónde están, no tienes forma de encontrarlos. Espera un poco más".
Justo cuando la conversación empezaba a dar vueltas, hubo una llamada de la sala de comunicaciones. Decía que se había detectado una extraña transmisión. Aunque la interferencia era feroz y la transmisión se desvanecía, al final se reveló la siguiente situación:

Desde la capital imperial, Odín, se había enviado a Iserlohn un único crucero ligero de clase Bremen que transportaba comunicados vitales, pero había sido atacado por el enemigo dentro del corredor y en la actualidad estaba siendo perseguido. Estaban buscando el rescate de Iserlohn. Los dos comandantes se miraron el uno al otro. En un gruñido de la parte posterior de su gruesa garganta,  Seeckt dijo: "No está claro en qué parte del corredor se encuentran, pero en este momento no tenemos más remedio que movernos".
"¿Pero es realmente una buena idea?"
"¿Qué quieres decir con eso? Mis tropas son muy diferentes de los topos espaciales que sólo quieren seguridad".
"¿Qué se supone que significa eso?"
Los dos habían llegado a la sala de reuniones de las operaciones conjuntas y ocuparon sus asientos, con los rostros disgustados uno al lado del otro.
Seeckt dio órdenes de lanzar la flota a sus propios oficiales de Estado Mayor, y Stockhausen miró en otra dirección mientras explicaba la situación. Cuando  Seeckt terminó de hablar, uno de sus oficiales se levantó de su asiento.
"Un momento, por favor, Su Excelencia."

“Ahh, Capitán Oberstein…”dijo el Almirante Seekt sin una pizca de buena voluntad en su voz. Odiaba a su nuevo oficial de estado mayor. Ese cabello entrecano, esa rostro pálido y sin sangre, esos ojos artificiales que a veces emitían un brillo extraño. Nada de eso le gustaba. “Es un personaje muy sombrío, pensaba.
“¿Tiene la misma opinión?”

Al menos en la superficie, Oberstein parecía inperturbado por el tono impertinente de su oficial superior.
“La tengo”
“Bien, oigamosla” Dijo Seeckt con reparos.
“Bien, en ese caso se lo diré. Podría ser una trampa.”
“¿Una trampa?”
“Si, señor. Para atraer a la flota lejos de Iserlohn. No deberíamos salir, sino observar la situación sin hacer un movimiento precipitado.”

Seekt resopló con desdén. “Así que lo que quiere decir, Oficial, es que si salidos, el enemigo esta esperando ysi luchamos seremos derrotados.”

“Eso no es lo que quería decir”
“Bien entonces ¿que quiere decir? Somos soldados, luchar es nuestro deber. En lugar de buscar nuestra seguridad personal, deberíamos pensar proactivamente maneras de destruir al enemigo, y mas importante ¿Qué podemos hacer si no podemos ayudar a un aliado en problemas?”

Sentía antipatía hacia Oberstein, y tenia que considerar su propia apariencia frente a Stockhausen, que observaba el desarrollo con una sonrisa irónica. Además, Seeckt era un líder de armas y gloria, del tipo que no soportaba esperar y quedarse al margen cuando el enemigo estaba ante él; no estaba en su naturaleza permanecer encerrado en la fortaleza y esperar un asalto. Creía que si lo hacía, una carrera dedicada a las naves de guerra se desperdiciaría.
"No lo sé, Almirante Seeckt, su oficial de Estado Mayor tiene razón. No conocemos las posiciones precisas de nuestros enemigos ni de nuestros aliados, y el peligro es grande. ¿Qué tal si esperamos un poco más?"Fue la opinión de Stockhausen la que decidió el asunto. Seeckt lo dijo sin rodeos.
Por fin la flota de Iserlohn, compuesta por quince mil naves grandes y pequeñas, comenzó a salir del puerto.
Stockhausen observó las salidas a través de la pantalla del monitor de control de tráfico del puerto en la sala de mando de la fortaleza. La visión de los acorazados como enormes torres a sus lados y los elegantes destructores aerodinámicos lanzándose en formaciones ordenadas, partiendo hacia un campo de batalla en el vacío del espacio, era verdaderamente magnífica.

"Hmph. Espero que vuelvas más inteligente", murmuró Stockhausen. No se atrevía a decir cosas como "morir" o "perder", ni siquiera en broma. Esa era su manera de ejercer la moderación.
Pasaron unas seis horas, y luego, una vez más, llegó una transmisión. Era del crucero ligero de clase Bremen en cuestión, y las siguientes palabras fueron extraídas de la estática: "Finalmente hemos llegado cerca de la fortaleza, pero seguimos siendo perseguidos por las fuerzas rebeldes. Solicito bombardeo de artillería para cubrir nuestra aproximación."

Mientras ordenaba a los artilleros hacer preparaciones para el fuego de cobertura, la expresión de Stockhausen se volvió un tanto amarga. ¿Adonde se había marchado ese imbécil de Seeckt?”
Las grandes palabras estaban bien, pero ¿no era capaz de ayudar a un aliado que estaba solo?
"¡Tenemos imágenes de la nave en pantalla!", informó uno de sus hombres. El comandante dio órdenes de aumentar y proyectar la imagen.

El crucero ligero de clase Bremen se acercaba a la fortaleza con toda la inestabilidad de un borracho. Los múltiples puntos de luz que se podían ver en su fondo eran, por supuesto, naves enemigas.
"¡Prepárense para disparar!", ordenó von Stockhausen.

Sin embargo, justo antes de entrar en el campo de tiro de los cañones principales de la fortaleza, los barcos de la fuerza de la alianza se detuvieron por completo. Estaban flotando -a tiempo, parecía- más allá de una frontera invisible, y cuando vieron que el crucero ligero de clase Bremen se dirigía hacia el puerto, guiados por una señal de la sala de control de tráfico del puerto de la fortaleza, empezaron a girar sus narices en aparente resignación.

"Chicos prudentes, saben que es inútil."

Los soldados imperiales estallaron en una risa estridente. Su confianza era tan inquebrantable como la fortaleza era inexpugnable. Habiendo entrado a puerto, y atracado por medio de campos magnéticos, el cruzero ligero clase-Bremen era un espectáculo tragico que contemplar.Con sólo mirar su exterior, era posible divisar una docena de áreas dañadas. La espuma de choque blanca salía de las grietas en el casco como los intestinos de un animal, y el número de grietas finas era imposible de contar, incluso con los dedos de las manos y de los pies de cien soldados.

Los coches impulsados por hidrógeno y cargados con personal de tierra vinieron corriendo hacia ella. No se trataba de tropas de la fortaleza, sino de tropas bajo el mando de la Flota de Iserlohn, y simpatizaban desde el fondo de sus corazones al ver la miserable condición de la nave.
Se abrió una escotilla en el crucero ligero y apareció un oficial de aspecto joven, con vendas blancas alrededor de su cabeza. Era un hombre guapo, pero su pálida cara estaba manchada con una sustancia rojiza y negra.
"Soy el capitán Larkin, comandante de esta nave. Me gustaría ver al comandante de esta fortaleza."

Hablaba el idioma oficial del imperio de forma clara y articulada.

"Sí, señor", dijo uno de los oficiales de mantenimiento, "Pero, ¿qué está pasando ahí fuera?"
El capitán Larkin dio un suspiro de frustración.
"Nosotros mismos no estamos muy seguros. Venimos de Odín, sabes. Sin embargo, parece que de alguna manera su flota ha sido destruida."

El capitán Larkin, que miraba con incredulidad a la tripulación de tierra, gritó: "Parece que, de alguna manera, las fuerzas rebeldes han encontrado una nueva forma de pasar por el pasillo. Esto amenaza no sólo a Iserlohn sino también a la supervivencia del propio imperio. Rápido, ahora, llévame con el comandante."
El almirante Stockhausen, que había estado esperando en la sala de mando, se levantó de su silla cuando vio a cinco oficiales del crucero ligero entrar en la sala rodeados de personal de seguridad.

"Explica la situación, ¿qué está pasando ahí fuera?" Mientras Stockhausen caminaba hacia el capitán con largas zancadas, su voz era más aguda de lo habitual. Ya se le había informado, y si las fuerzas rebeldes habían ideado una forma de atravesar el corredor, ello significaba que se pondría en tela de juicio el significado mismo de la existencia de Iserlohn y le correspondería a él desarrollar alguna forma de contrarrestar los movimientos de las fuerzas rebeldes.
Como Iserlohn era en sí mismo una construcción fija, era exactamente en tiempos como estos cuando era necesaria la flota de Iserlohn. Y Seeckt, ese jabalí salvaje, había salido corriendo con él. Stockhausen tenía problemas para mantener un aire de calma.

"Esto es lo que ha pasado..." La voz de este capitán Larkin era baja y débil, así que Stockhausen, sintiéndose impaciente, se acercó al hombre. "Esto es lo que ha pasado: ¡Su Excelencia, Stockhausen, se ha convertido en nuestro prisionero!"

Un instante congelado se derritió, y para cuando los guardias de seguridad, con agudas maldiciones, desenfundaron sus pistolas láser, el brazo del Capitán Larkin envolvió el cuello de Stockhausen, y apuntó un arma de fuego de cerámica -invisible para el sistema de seguridad de la fortaleza- al costado de su cabeza.

“Pero , tu..."Gruñó el comandante Lemmrar, jefe del equipo de seguridad de la sala de mando, con la cara rojiza cada vez más roja. "Eres amigo de esos rebeldes. ¿Cómo te atreves a intentar algo tan escandaloso...?"

"Voy a pedirte que me recuerdes. Soy el capitán Walter von Schenkopp, del regimiento Rosen Ritter. Tengo las dos manos ocupadas ahora mismo, así que no puedo quitarme el maquillaje para saludarte como es debido". El capitán se rió como si fuera invencible. "Para ser honesto, no pensé que las cosas saldrían tan bien. Me aseguré de falsificar una tarjeta de identificación antes de venir, pero nadie la revisó. Es una buena lección que aprender, que no importa cuán seguro sea el sistema, todo depende de la gente que lo maneje".

"¿Y para quién es esa lección, me pregunto?" Con estas palabras siniestras, el comandante Lemmrar apuntó con su blaster tanto a Stockhausen como a Schenkopp. "Planeaban tomar rehenes, pero no piensen que ustedes los rebeldes son lo mismo que los soldados imperiales. Su Excelencia el Comandante es un hombre que teme la deshonra más que la muerte. ¡No hay ningún escudo aquí para protegerte!"

"Su Excelencia el Comandante parece molesto por haber sido tan sobreestimado." Sonriendo con desprecio, Schenkopp miró a uno de los cuatro hombres que lo rodeaban. Ese hombre sacó un disco de cerámica, lo suficientemente pequeño como para llevarlo en la mano, de debajo de su uniforme imperial.

"Sabes lo que es eso, ¿verdad? Es un emisor de partículas Cefiro".

Schenkopp habló, y fue como si una corriente eléctrica hubiera pasado por la amplia cámara.

Las partículas Cefiro fueron nombradas por su inventor, Karl Seffl, un investigador en química aplicada, quien había sintetizado las partículas para la extracción de minerales y la realización de obras de ingeniería civil a escala planetaria, por lo que -para decirlo brevemente- estas partículas eran como un gas que reaccionaría a una cantidad determinada de calor o energía, desencadenando una explosión dentro de un rango controlable. Sin embargo, la humanidad siempre ha adaptado las tecnologías industriales al uso militar.

La cara del comandante Lemmrar parecía casi completamente oscurecida. Los Blasters, que disparaban rayos de energía, se había vuelto imposibles de usar. Si alguien dispara, todos caerían juntos. Las partículas de Cefiro en el aire serían encendidas por el rayo, reduciendo a cenizas a todos los presentes en la habitación en un instante.

"Comandante C..."

Uno de los guardias de seguridad había levantado la voz en lo que parecía un chillido. El comandante Lemmrar, con los ojos llenos de una luz vacía, miró al almirante Stockhausen. Schenkopp aflojó un poco el brazo, y después de respirar dos veces, el comandante de la Fortaleza de Iserlohn se rindió.

"Tú ganas. No se puede evitar, nos rendimos".

Schenkopp dio un suspiro de alivio en su corazón.

"Muy bien, todos: ya saben qué hacer."

Como se les ordenó, los subordinados del capitán se ocuparon de sus tareas. Se modificaron los programas de control de tráfico portuario, se desactivaron todos los sistemas de defensa y se liberó gas durmiente en toda la fortaleza por medio del sistema de aire acondicionado. Los técnicos que se habían estado escondiendo dentro del crucero ligero de clase Bremen desembarcaron y ejecutaron estas operaciones con habilidad y eficiencia. Mientras que sólo un pequeño grupo de personas se daba cuenta de lo que estaba sucediendo, Iserlohn estaba siendo invadido, como si fuera un cáncer, y sus funciones se paralizaron en un instante.

Cinco horas más tarde, los soldados imperiales fueron liberados de un sueño nublado como una sopa de judías y quedaron aturdidos sin palabras para encontrarse despojados de sus armas y ser hechos cautivos. Sumando todo el personal de combate, comunicaciones, abastecimiento, médico, mantenimiento, control de tráfico, técnico y de otro tipo, su número total ascendía a quinientos mil. Con sus fábricas gigantescas para la producción de alimentos y otras necesidades, Iserlohn estaba equipada con un entorno y unas instalaciones capaces de mantener a una población, incluido el personal de la flota, que superaba el millón de personas. La intención del imperio de que Iserlohn debía ser una "fortaleza eterna" tanto en nombre como en el de los demás, era evidente.

Sin embargo, los oficiales y tropas de la Decimotercera Flota de las Fuerzas Armadas de la Alianza ya estaban al mando. La Fortaleza de Iserlohn, que en el pasado había consumido como un vampiro la sangre de millones de soldados de las Fuerzas Armadas de la Alianza, cambió de manos sin que se derramara una sola gota de sangre nueva.

IV
La Flota imperial había estado vagando por el interior del corredor, lleno de obstáculos y peligros, buscando al enemigo.

Los oficiales de comunicaciones habían estado trabajando arduamente para contactar a la fortaleza y, por fin, palideciendo, llamaron al comandante Seeckt. Una vez eliminadas las persistentes olas de interferencias, por fin habían restablecido las comunicaciones, pero lo que habían recibido de la fortaleza era una transmisión que decía: "Ha estallado un motín entre los hombres". Solicitando ayuda".

"¿Un motín dentro de la fortaleza?" Seeckt chasqueó la lengua. "¿No puede ese incompetente de Stockhausen controlar a sus propios hombres?"

Los sentimientos de superioridad de Von Seeckt estaban siendo cosquilleados por la cortés petición de ayuda. Cuando pensó en cómo esto dejaría a su colega en deuda con él en gran medida, se sintió aún más encantado.

"Apagar el fuego a nuestros pies tiene prioridad. Todas las naves, regresen a Iserlohn inmediatamente."
"Espere un momento", respondió una voz a la orden de Seeckt.

La voz era tan silenciosa que arrojó una nube de tristeza sobre el puente, y sin embargo permaneció en toda la habitación. Cuando von Seeckt vio al oficial que había salido antes que él, una expresión brotó de su rostro de odio abierto y oposición. Ese pelo entrecano , esas mejillas mortalmente pálidas, ¡es el Capitán Oberstein otra vez!

"No recuerdo haberle pedido su opinión, Capitán."
"Soy consciente de ello. Sin embargo, si me permite..."
"... ¿Qué quieres?"
"Esto es una trampa. Creo que sería mejor no volver".

Von Seeckt se quedó en silencio durante un largo momento.

Sin decir una palabra, el comandante se abrió paso en su mandíbula y miró con odio a un desagradable subordinado que decía cosas desagradables en un tono de voz desagradable.

"Me parece que todo lo que ves es una trampa en tus ojos."
"Excelencia, por favor escuche."
"¡Ya es suficiente! Todas las naves, den la vuelta y diríjanse a Iserlohn a velocidad de combate dos. Esta es una gran oportunidad para poner a esos topos espaciales en deuda con nosotros".

Su amplia espalda se alejó de von Oberstein.

"No merece la pena hablar con hombres pequeños que están llenos de ira pero no tienen verdadero coraje ."

Escupió esas palabras con desprecio, y Oberstein se volvió y abandonó el puente. Nadie intentó detenerlo.

Después de subir a un ascensor exclusivo que sólo reaccionaba a las huellas de voz de los oficiales, Oberstein comenzó a descender a través de la inmensa nave, equivalente en tamaño a un edificio de sesenta pisos, yendo hacia su nivel más bajo.

"¡La flota enemiga ha entrado en el rango de fuego!"
"Cañones principales de la fortaleza cargados y listos."
"¡Objetivo alcanzado! Podemos disparar en cualquier momento".

Voces tensas llenaban el aire de la sala de mando de la Fortaleza de Iserlohn.
"Apuntales un poco más."

Yang estaba en la mesa de mando de Stockhausen. No estaba sentado en la silla del comandante, sino sobre la mesa, con las piernas cruzadas, y en esa posición indecorosa miraba fijamente a un grupo de puntos brillantes que se acercaba y cubría la pantalla gigante de la pantalla táctica. Por fin, respiró hondo y dijo: "¡Fuego!"

La orden que Yang había dado no había sido pronunciada en voz alta, sino a través de sus auriculares, fue transmitida con precisión a los artilleros.

Y Dispararon. Los artilleros observaron como masas de luz -blancas y rebosantes de brillo- saltaban y se precipitaban sobre el enjambre de puntos centelleantes.

Más de cien naves de la vanguardia de la flota imperial tomaron el asalto de la batería principal de Iserlohn de frente y fueron aniquilados al instante. El exceso de calor y la alta concentración de energía ni siquiera les dio tiempo a explotar. Después de que la materia orgánica e inorgánica por igual hubiera sido vaporizada, no quedaba nada excepto un vacío casi perfecto. 

Las naves que habían explotado eran los de segundo rango de la fuerza imperial y los que flanqueaban la vanguardia. Las naves en la periferia fueron golpeadas por las energías y enviadas fuera de curso, e incluso las naves posicionadas fuera de esa región fueron sacudidas violentamente en el período posterior. Gritos y chillidos ocupaban los canales de comunicación de las naves imperiales que habían sobrevivido a aquel primer ataque.
"¿Por qué están disparando a sus aliados?"
"No, eso no está bien. Tienen que ser esos tipos que se amotinaron..."
"¡¿Qué hacemos?! No podemos contraatacar. ¿Cómo nos alejamos de las armas principales?"

Dentro de la fortaleza, tanto los oficiales de la fuerza de la alianza como las tropas habían jadeado y permanecido en silencio, con sus ojos clavados en la pantalla. Habían visto por primera vez el poder destructivo y diabólico de la batería principal de Iserlohn, apodada “Martillo de Thor”.

La fuerza imperial al completo estaba dominada por un sentimiento de terror. El arma principal de la fortaleza, que hasta ese momento había sido un inigualable y poderoso ángel de la guarda, se habia convertido en una porra implacable en manos de un demonio, y que se abalanzaba sobre sus cabezas.
“¡Contraataque!¡Quiero un barrido sincronizado de todos los cañones principales!” Aulló Seekt con una voz que resonaba como un trueno. En su propia manera ese grito había tenido el efecto de devolver la disciplina a las confusas tropas. Los pálidos artilleros se abalanzaron sobre sus consolas para sincronizar sus sistemas de apuntado automático, y pulsaron los botones de las pantallas táctiles. Cientos de rayos trazaron líneas geométricamente perfectas a través de la negrura del espacio.

Era imposible, sin embargo, destruir el muro externo de Iserlohn con el mero poder de los cañones de una flota. El bombardeo golpeó la cubierta externa, pero los rayos fueron reflejados, dispersándose futilmente.

La humillación, derrota y terror que los oficiales y tripulación de las fuerzas armadas de la alianza habían probado en tiempos pasados había sido devueltos , con intereses a las fuerzas imperiales.
Las llamaradas de luz diez veces más gruesas que los rayos de los cañones de las naves estallaron una vez más desde la Fortaleza de Iserlohn, y de nuevo causaron la muerte y la destrucción a gran escala. Gigantescos agujeros habían aparecido en las columnas de la flota imperial, demasiado anchos para ser cerrados fácilmente. Los bordes estaban adornados con las cáscaras arruinadas de los barcos y fragmentos de los mismos.

Después de haber sido atacada sólo dos veces, la fuerza imperial estaba medio paralizada. Los supervivientes habían perdido la voluntad de luchar y apenas podían permanecer donde estaban.
Yang miró hacia otro lado de la pantalla y se frotó alrededor de su estómago. Su sensación era, si no llegamos tan lejos, no podemos ganar esto.

El Capitán Schenkopp, mirando la pantalla que estaba junto a Yang, tosió a propósito.
"Esto no es lo que usted llama combate, Excelencia. Esta es una masacre unilateral".

Yang, que se volvió hacia el capitán, no estaba enojado.
"Lo sé. Tienes toda la razón. Pero no vamos a comportarnos como el imperio. Capitán, intente aconsejarles que se rindan. Si no quieren hacer eso, diles que se retiren y que no los persiguiremos".

"Sí, señor." Schenkopp miró al joven oficial superior con gran interés. Otros soldados también podrían ir tan lejos como para aconsejar la rendición, pero probablemente no le dirían al enemigo que escapara. ¿Era esto una fortaleza o una debilidad del más extraño de los tácticos, Yang Wen-li?

En el puente de la nave insignia, un oficial de comunicaciones gritó:
"Excelencia, hay una transmisión de Iserlohn!" Von Seeckt miró al hombre con los ojos inyectados de sangre, a lo que dijo:
"Iserlohn está ocupado por la alianza, es decir, por las fuerzas rebeldes, después de todo. Su comandante, el Contraalmirante Yang Wen-li, dice lo siguiente:
"No hay nada que ganar con más derramamiento de sangre. "Ríndanse". ”
"¿Rendirse, dice?"
"Sí. Y otra cosa:'Si no quieres rendirte, entonces retrocede, no perseguiremos'". ”

Por un momento, las caras alrededor del puente volvieron a cobrar vida. ¡Huir! Por fin, una opción inteligente! Sin embargo, esas expresiones de ánimo fueron borradas por un feroz grito de ira.
"¡¿Cómo podríamos hacer tal cosa?!"  Seeckt estampó la suela de su bota contra el suelo. Ceder a Iserlohn a los rebeldes, perder casi la mitad de los barcos bajo su mando, volver a enfrentarse a Su Majestad, el Kaiser en la derrota? ¿Eso es lo que este comandante rebelde le estaba diciendo que hiciera? Para  Seeckt, eso era imposible. Mejor romperse como una joya inestimable, decía el dicho, que llevar una vida larga y vergonzosa como un vulgar azulejo El último honor que le quedaba era el de la joya destrozada.

"Oficial de Comunicaciones, transmita lo siguiente a las fuerzas rebeldes."

Mientras los oficiales y la tripulación que rodeaban a  Seeckt escuchaban el contenido de su mensaje, el color se les drenaba de la cara. La fiera luz en los ojos de su comandante atravesó sus rostros.

"A mi orden, todas las naves trazarán cursos de colisión y atacarán a Iserlohn. Seguramente ninguno de ustedes envidiará nuestras vidas en un momento como éste".

El puente estaba en silencio. Nadie le respondió.

Mientras tanto, en Iserlohn, Schenkopp le dijo a Yang: "Hay una respuesta de las fuerzas imperiales".  Llevaba el ceño fruncido.

"No conoce el corazón del guerrero; morir y cumplir la causa del honor es el camino que conocemos; vivir manchado de desgracia es un camino que no conocemos."
"Hmm", dijo Yang.
"Lo que quiere decir es que bajo estas circunstancias, todo lo que pueden hacer ahora es cargar con todas las naves para que mueran gloriosamente, y al hacerlo, devolver el favor de su Alteza Imperial."

"¿El corazón del guerrero?"

La Subteniente Frederica Greenhill sintió el sonido de una amarga ira en la voz de Yang. De hecho, Yang estaba furioso. ¿Quieres morir para expiar la derrota en la batalla? Bonito y elegante. Pero si vas a hacer eso, ¿por qué no puedes morir solo? ¿Por qué te llevas a tus subordinados contigo por la fuerza? Es por culpa de hombres como éste que la guerra no puede terminar, pensó Yang. Ya he tenido suficiente. Basta de tratar con hombres como éste.

"Todas las naves enemigas están cargando", gritó un operador.
"¡Artilleros! ¡Concentren el fuego en el buque insignia enemigo!"
Era la primera vez que Yang daba una orden tan incisiva. Frederica y Schenkopp miraron a su comandante, cada uno con su propia expresión.
"Este es el último bombardeo. Si pierden el buque insignia, el resto de ellos huirá".

Con mucho cuidado, los artilleros apuntaron a su presa. Innumerables flechas de luz fueron desatadas por la fuerza imperial, pero ni siquiera una tuvo efecto. Las vistas estaban perfectamente alineadas.
Y fue entonces cuando un solo transbordador de escape fue expulsado de la popa del buque insignia imperial. La humilde salpicadura de plata rápidamente se derritió en la oscuridad.

¿Alguien lo había notado? Después del espacio de otro aliento, las mortíferas y redondeadas columnas de luz apuñalaron a través de la oscuridad por una tercera vez.

En su punto focal estaba el buque insignia imperial, y parecía como si una región circular del espacio se hubiera separado del resto. El almirante Seeckt, con su voz enfadada y su cuerpo corpulento, había sido reducido a partículas que sólo se podían medir en micras, junto con sus desafortunados oficiales de Estado Mayor. Cuando las naves imperiales sobrevivientes se dieron cuenta de lo que había sucedido, comenzaron a mover sus narices una tras otra y a retirarse del campo de tiro de la batería principal de la Fortaleza de Iserlohn. Ya que el comandante que pedía sus nobles y bellas muertes había desaparecido, no había razón para tirar sus vidas a la basura en un combate temerario, o mejor dicho, en una matanza unilateral.

En medio de ellos estaba la sombra del transbordador de escape que llevaba al capitán von Oberstein. A medida que avanzaba en el semiautomático, volvió a mirar por encima de su hombro la forma esférica de la colosal fortaleza que iba menguando en la distancia.

En el momento anterior a su muerte, ¿ había gritado el almirante Seeckt "Salve a su Majestad Imperial" o algo así? Qué absurdo. Sólo los vivos pueden vengarse.” Ah, bueno, pensó von Oberstein en su corazón. Si tuviera habilidades de liderazgo y el poder para hacer las cosas además de su ingenio, podría recuperar Iserlohn en cualquier momento. O incluso si dejaran a Iserlohn en las manos de la alianza tal y como estaban las cosas, perdería todo su valor cuando la propia alianza fuera destruida.

¿A quién debe elegir? No había nadie con talento entre los aristócratas de sangre azul. ¿Debería elegir al joven rubio del conde Reinhard von Lohengramm? No parecía haber nadie más...

Pasando junto a los barcos de sus camaradas que huían, el transbordador se alejó volando en medio de la noche.

Dentro de la Fortaleza de Iserlohn, sin embargo, un volcán de alegría y emoción estaba en erupción, y cada espacio abierto estaba ocupado por voces de risas y cantos, sin prestar atención a la clave o escala. Los únicos que se mantuvieron en silencio fueron los prisioneros aturdidos que se habían enterado de sus circunstancias, y el director del gran espectáculo, Yang Wen-li.

"¿Subteniente Greenhill?"

Cuando Frederica respondió a su llamada, el joven almirante de pelo negro estaba bajando al suelo desde la mesa de mando.
"Contacta con la Alianza. Diles que se acabó, que ganamos, e incluso si me dicen que lo haga de nuevo, no puedo. Ocúpate del resto. Voy a buscar una habitación vacía y dormir un poco. En cualquier caso, estoy agotado".

"¡Yang el mago!"

"¡Milagro Yang!"

Una tormenta de vítores saludó a Yang Wen-li, que había regresado a Heinessen, la capital de la Alianza de Planetas Libres.

La gran derrota en la Región Estelar de Astarte que había ocurrido recientemente fue rápidamente olvidada, y la ingeniosa treta de Yang y el perspicaz juicio del Mariscal Stolet al nombrarlo fueron elogiados hasta los límites de lo que podía concebir el lenguaje florido. En la ceremonia cuidadosamente preparada y en el banquete que siguió, le lanzaron a la cara una imagen de si mismo tan inverosimil que estaba cansado de ello.

Cuando por fin quedó libre, Yang regresó a casa con una expresión exasperada en la cara y vertió brandy en un té que Julian le había preparado. A los ojos de ese joven, la cantidad parecía un poco excesiva.
"Son todos iguales: nadie entiende", se quejó el héroe de Iserlohn mientras se quitaba los zapatos, se sentaba con las piernas cruzadas en el sofá y sorbía su té, que a esas alturas se había convertido en su mayor parte en brandy . "Magia y milagros, no tienen idea de lo duro que trabaja la gente. Sólo dicen lo que les da la gana. Las tácticas que utilicé han existido desde la antigüedad. Es una forma de separar la fuerza principal del enemigo de su base y eliminarla por separado. No he usado nada de magia, sólo agregué un poco de especias a eso, pero si me equivoco y caigo en sus halagos, puede que me digan la próxima vez que vaya a Odín desarmado y la tome solo".

Y antes de que eso ocurra, dimitire, aunque no lo dijo.

"Pero todos dicen cosas maravillosas de ti." Mientras hablaba, Julián movió casualmente la botella de brandy fuera del alcance de Yang. "Creo que está bien estar honestamente contento, como ellos quieren que lo estés tú."

"Sólo te elogian cuando ganas", respondió Yang en un tono que no era ni alegre ni lo que Julian quería que fuera. "Si sigues luchando, al final pierdes. Hablar de cómo se vuelven contra ti cuando eso sucede puede ser divertido si es otra persona a la que le está pasando. Y por cierto, Julian, ¿puedes al menos dejarme beber todo el brandy que quiera?"

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