LOGH I- La batalla de Astarté


Capítulo 2: La batalla de astarte

I

El vicealmirante Pastolle, comandante de la cuarta flota de la alianza se desconcertó cuando escuchó el informe: “ Naves de guerra imperiales acercándose rápidamente”

La totalidad de la pantalla principal del puente de mando de la nave insignia de la flota, el Leonidas estaba cubierto de puntos de luz a medida que se formaban, su luminosidad aumentaba por momentos a medida que aumentaban cada vez más. Era una vista llena de amenaza- los corazones de todos los que la veían se aceleraron y sus bocas se secaron.

El vicealmirante se sentó recto en su silla de mando. “Qué pasa aquí?! Gruñó en voz baja “¿Que creen los imperiales que están haciendo?¿Por qué ellos…?”

Algunos de los presentes , aunque eran unos pocos, pensaban que eran unas preguntas ridículas. La fuerza imperial pretendía traer su poder al completo y ejercerlo sobre la cuarta flota. Eso mismo debería hacer sido obvio. Pero el liderazgo de la alianza nunca hubiera imaginado tan atrevido asalto, ejecutado por un enemigo acorralado por tres lados.

Atrapados en una formación cerrada y enfrentados a un enemigo mas numeroso, la fuerza imperial se rendiría a sus instintos defensivos (o así habían razonado) contrayendo sus líneas de batalla y concentrando su fuerza en una formación compacta. Contra esto las fuerzas de la alianza podrían llegar desde tres lados a una velocidad uniforme, rodeándolos como una red finamente hilada, para concentrar su fuego y lentamente – pero con toda seguridad- destrozar su capacidad de resistir.

Así era como se había luchado en la aniquilación de Dagón, 156 años atrás, se cantaban alabanzas aun en ese día a los dos grandes generales que entonces habían emergido victoriosos. Este enemigo, sin embargo no había actuado para nada de acuerdo a los cálculos de la alianza.

“¿Que demonios es esto?¿Ha estudiado acaso su comandante tácticas?¿Por qué lucharía así en una batalla?”
Necias palabras seguían emanando de la boca del vicealmirante. Se levanto de su silla de mando y se limpio el sudor de las cejas con el dorso de la mano. Se mantenía en todo momento una temperatura constante de 16.5 grados en toda la nave, no debería haber empezado a sudar.
“Comandante ¿que hacemos?”

La voz del oficial del puente que le llamaba era chillona y carecía de compostura. Ese tono chirrió en los nervios del vicealmirante. ¿No habían sido sus oficiales los insistentes en que el avance triple era una tactica invencible? El unico problema era que hacer los planes de resguardo en caso de contingencia tambien era su responsabilidad. ¿Que querían decir con ese ¿que hacemos?. Y aun así, ese no era ni el momento ni el lugar para perder la compostura.
La flota de naves imperiales era de 20000 mientras que la cuarta flota de la alianza era solamente de 12000. Los planes de la alianza habían descarrilado por completo. Se supone que debían rodear al enemigo con tres flotas. Pero ahora la cuarta flota iba a tener que luchar sola contra una fuerza aplastantemente mayor.

“Mensajes de emergencia a la segunda y sexta flotas: “Contacto enemigo en el sector α7.4, β3.9, γ menos 0.6, solicitando apoyo inmediato.”

El vicealmirante dio la orden pero el teniente comandante Nann , jefe de comunicaciones de la nave insignia Leonidas, respondió con acciones desesperadas y una expresión acorde. Las señales de saturación de la flota imperial devoraban la red de comunicaciones de la flota de la alianza. Flotando en el vacío espacial, decenas de miles de boyas electromagnéticas de saturacion, desplegadas a las ordenes de Reinhard estaban en funcionamiento.

“¡En ese caso, enviad mensajeros!¡Dos de cada para cada flota!” Mientras gritaba estas palabras, un fogonazo de luz proveniente de la pantalla del puente tiñó de blanco por un instante la cara del vicealmirante. El ataque enemigo había comenzado, sus cañones de rayos de neutrones disparaban descargas sincronizadas. Su vasta energía y los estallidos de luz que los acompañaban eran tales que parecía que la retina de los ojos de los soldados pudiera quedar completamente chamuscada.

Destellos de chispeante y colorida brillantez – Las chispas que volaban en esos instantes cuando los rayos enemigos chocaban contra los campos de neutralizacion de energia- erupcionaban en toda la flota de la alianza. Las partículas a baja energía colisionaban a velocidades increíbles, aniquilándose mutuamente en un fenómeno canibalistico.

El vicealmirante gritó, agitando los brazos salvajemente. “Formación de vanguardia, ¡devuelvan el fuego!¡Todas las naves, preparense para una guerra total”

La orden del vicealmirante Pastole no había sido interceptada pero en el puente de la nave insignia de la flota imperial, la Brünhilde ; Murmullos de desprecio bailaban en los ojos color azul gélido de Reinhard , sin decir a nadie “Tus respuestas son lentas, tonto incompetente”

“¡Lanzad los cazas!¡Nos disponemos a operar en combate cercano!” Ordeno el contralmirante Farhenheit. Una afilada vitalidad brillaba en su cara y resonaba en su voz, nacida de la excitación de la batalla; haciendo pareja con una confianza que venía de haber tomado la iniciativa. Incluso si el “mocoso rubio” termina consiguiendo el mérito de esta batalla, lo importante es ganar!”

Las naves de un solo pasajero y alas cruzadas clase caza, conocidas como Valquirias, fueron lanzadas desde sus hangares, una tras otra. En el instante en que se alejaron de los canales de lanzamiento, gracias al impulso; ya alcanzaban una gran velocidad sin necesidad de necesitar catapulta o pasarela. Las valkirias eran naves pequeñas, asi que su poder ofensivo no era tan grande, pero su maniobrabilidad era excelente y eran extremadamente efectivos en un combate aéreo.

La alianza también tenían cazas dirigidos por un solo pasajero , parecidos a la valkirias; conocidos como espartanos. Habían fogonazos proveniente de reactores de fusión explotando en cada esquina, y remolinos de energía desatada agitaban las naves de ambos bandos en olas crecientes. Nuevas subgrupos de rayos de energía azotaban todo el campo de batalla, y las valkirias se alzaban esquivando entre ellos como ángeles de la muerte cubiertos de plata brillante.

Los espartanos de la alianza no igualaba a las valkirias en habilidad de combate, pero una terrible desventaja dominó más allá de sus ojivas, y encontraron rayos que los esperaban en el momento en que salieron de sus hangares, con el objetivo de destruir a ambos, luchador y piloto.

Una hora después de que la batalla iniciara, la vanguardia de la cuarta flota había sido destruida casi por completo por la devastadora arremetida del escuadrón imperial bajo las ordenes de Fahrenheit. De las 2600 naves que componían la vanguardia, ni un 20% todavía participaba en combate. Algunas naves habían sido vaporizadas por las explosiones de los reactores de fusión, mientras que otras habían evitado explotar pero habían resultado severamente dañadas como para continuar con la lucha, y otras habían editado solamente tenian un ligero daño estructural pero vagaban inútilmente por el espacio debido a la muerte de casi toda su tripulación. En esa terrible condición, el colapso de la linea frontal no parecía lejos.

En el caso del acorazado Nestor, el daño se había limitado a un único punto en la parte baja de la nave, pero el misil de neutrones que había penetrado había explotado en el interior, desatando una gran ola de intensas partículas mortales que habían barrido a través de toda la nave, convirtiendo a Nestor en un instante en un ataúd para 660 soldados y oficiales.
Por era razón , un vació Nestor seguia siguiendo las ultimas introducciones introducidas en el navegador astronómico del puente, y mientras se precipitaba mediante los raíles invisibles de la inercia, rozó la nave de la Lemnos. Los cañones frontales de la Lemnos desataban una lluvia de fuego dirigido a una nave enemiga, que fueron interceptados por la Nestor en rango cercano. El impacto produjo un instante después una explosión muda. La energía del reactor de fusión de la Nestor al explotar rasgó a través del campo de neutralizacion y golpeó a la Lemnos de frente.

Hubieron dos flashes de luz blanca, uno siguiendo al otro, como gemelos al nacer, y al desvanecerse ni siquiera quedaba un fragmento de material inorgánico. La tripulación del Lemnos había destruido una nave aliada y recibido muerte como recompensa.

“¿Que estáis haciendo?”

Ese grito era del vicealmirante Pastolle.

Pero el otro que murmuraba con desdén, “¿Que estáis haciendo” era el contralmirante Fahrenheit. Ambos habían estado contemplando la misma escena a través de las pantallas de sus respectivas naves insignia. En las palabras de uno había un tono de pánico y desesperación mientras que las palabras del otro se burlaban, con toda la confianza que viene de un margen cómodo. La diferencia en esas dos voces era al mismo tiempo la diferencia entre las circunstancias de sus respectivas fuerzas.



II
En ese momento, la segunda y la sexta flotas de la alianza se tambaleaban del shock, tras haberse enterado de ese súbito cambio de circunstancias. Incluso así, no habían decidido cambiar el plan de batalla original y seguían avanzando al campo de batalla a la misma velocidad que antes.

El vicealmirante Paetta, comandante de la segunda flota, estaba sentado en la silla de mando de su nave insignia, El Patroklos, sacudiendo una rodilla fuera de la linea de visión de la tripulación del puente. La irritación y la impaciencia continuaban golpeando sin parar. El estado psicológico del comandante de flota se reflejaba en sus subordinados y el aire del puente parecía estar cargado de electricidad
Entre todos ellos, el vicealmirante se percató de un hombre y solo un hombre que no parecía especialmente alterado. Tras la mas leve de las vacilación, gritó su nombre:
“¡Comodoro Yang”
“¿Señor?”
“¿Cómo le parecen las cosas ahora?Deme su opinión , por favor”

Tras haberse levantado de su silla, Yang se quitó la boina de la cabeza y se rascó a través de su cabello negro con una mano. “El enemigo esta probablemente tratando de destruir nuestras fuerzas individualmente antes de que podamos agruparnos. Y como la cuarta flota es la más pequeña numéricamente hablando, es natural que ellos traten de deshacerse de ella primero. Es su obligación decidir que objetivo es el más urgente, y claramente están aprovechando la iniciativa”

“¿Piensa que la cuarta flota puede resistir?”
“Ambas fuerzas han tenido un choque frontal, lo que significa que la ventaja es para el lado con mayores números y además con el que ejecuta el golpe inicial”

La expresión y el tono de voz de Yang parecían de pura indiferencia. Mientras el vicealmirante Paetta le observaba , seguía abriendo su puño y cerrándolo con firmeza como tratando de exorcizar ese enojo que le producía.
“En cualquier caso, tenemos que ir al campo de batalla lo antes posible y reforzar a la cuarta flota, con algo de suerte deberíamos ser capaces de atacar al enemigo desde la retarguardia. Si lo hacemos podríamos cambiar las tornas de una sola vez.”
“Probablemente no funcionara, señor”

Yang sonaba igual de despreocupado que siempre, lo que casi hizo que Paetta ignorase sus palabras.
El vicealmirante había empezado a girar su cabeza hacia la pantalla, pero se paró y miro al joven oficial. “¿Que le hace decir eso?

“La lucha habrá acabado para cuando lleguemos allí. El enemigo dejara el lugar de la batalla y antes de que la segunda y la sexta flota puedan reagruparse, trazarán un circulo alrededor de una o la otra y lanzarán un ataque ahí. Como la sexta flota es la más pequeña de las dos, es casi seguro de que será en la que se centraran. El imperio ha tomado la iniciativa y ahora mismo todavía la tienen. No creo que necesitemos hacer más lo que ellos esperan. “

“Entonces, ¿Qué propone?”
“Un cambio de tácticas. En lugar de reagruparnos con la sexta flota en ese sector del espacio, reagrupemonos con ellos ahora sin un momento que perder y preparemos una batalla en ese sector. Al combinar nuestras flotas seremos 28000 y podríamos desafiarles con una probabilidades mejores que un 50/50”

“...Lo que significa es que quiere que mire hacia el otro lado mientras la cuarta flota es masacrada?”

En la voz del vicealmirante había una nota de reproche deliberado, es una cosa muy fría que decir. Pensaba.

“Incluso si nos vamos ya, no llevaríamos a tiempo”
El tono de Yang era brusco, supiera lo que pensaba su superior o no.
“Pero no puedo abandonar allí a un aliado”
Ante las palabras del vicealmirante, Yang se encogió de hombros ligeramente. “Entonces su táctica de atacar a cada flota por separado convertirá a las tres flotas en presa fácil”
“No necesariamente. La cuarta no caerá sin dar una buena lucha. Si pueden seguir resistiendo...”
“Le acabo de decir que era inútil, pero...”
“Comodoro Yang, La realidad es mas que solo frió calculo. El comandante enemigo es el Conde Lohengramm. Es joven e inexperto. Pero el vicealmirante Pastolle es un guerrero experimentado forjado en batallas incontables. Comparado con eso….”

“Comandante, puede tener poca experiencia como dice, pero su plan táctico...”
“Suficiente, comodoro” Le cortó el vicealmirante, incomodo. No podía refrenar su disgusto por el joven oficial que simplemente no le daría la respuesta que quería. El vicealmirante señaló a Yang que se volviera a sentar, y dirigir su vista a la pantalla.

III
Había pasado cuatro horas desde el inicio de la batalla. En este punto, la cuarta flota de la alianza, apenas podría llamarse así. No había niguna formación de batalla ordenada y bien organizada. Tampoco cadena de mando. Nada más que unos dispersos focos de resistencia desesperada: unas escasas naves aisladas en cada esquina que libraban una batalla perdida.

La nave insignia Leonidas, era un trozo de chatarra colosal que flotaba en el vacío del espado. Dentro no quedaba nada con vida. El cuerpo del comandante Pastolle había ido a parar al espacio por la diferencia de presion causada por la apertura en el casco del puente de una ráfaga de fuego enemigo concentrado. En que condición estaría su cuerpo y donde flotaba a la deriva, nadie lo sabía.
Mientras tanto, Reinhard sabía en ese momento que había asegurado una victoria completa. El informe vino de Merkatz por la pantalla de comunicaciones.

“La resistencia organizada ha terminado. A partir de este punto, vamos a proceder a acabar con los rezagados, pero...”
“Eso no es necesario”
“¿Señor?” Los estrechos ojos de Merkatz se eestrecharon todavía más.
“La batalla solo está acabada en un tercio del total. Deje a los supervivientes, debemos guardar nuestra fuerza para la siguiente batalla. Pronto recibirá instrucciones. Hasta entonces, reorganice nuestras formaciones”
“Como desee, su excelencia”

Con una solemne inclinación de cabeza, La imagen de Merkatz se desvaneció de la pantalla de comunicaciones.
Reinhard miró a su pelirrojo jefe adjunto.
“Hasta el ha cambiado un poco su actitud”
“Si, debe tener poca elección al respecto”

El primer round ha sido una gran victoria, Pensó Kircheis. Incluso el Almirantazgo tendrá que admitir que el plan táctico de Reinhard ha funcionado bien. Los soldados se sentirán confiados y el enemigo se paralizará al ver su formación imbatible destrozada.

“¿A que flota piensas que deberíamos atacar ahora, Kircheis?¿La flota de estribor o de babor?”
“Es posible rodearlas y ponernos en la popa de cualquiera de las dos, pero seguramente ya has decidido ¿no?”
“Mas o menos”
“Su sexta flota, posicionada a estribor, debe tener la menor fuerza, ¿correcto?”
“Exactamente” Una sonrisa satisfecha apareció en los labios del joven comandante rubio.
“El enemigo podría estar esperandolo. Es la unica preocupacion leve que tengo, pero...”

Reinhard negó con la cabeza. “No hay peligro de eso. Si se dan cuenta de lo que hacemos, no seguirán con un plan de batalla que use fuerzas divididas. Trataran de reagruparse tan pronto como puedan. Después de todo, juntos todavía nos superan ampliamente en número . Que no lo hayan hecho es prueba de que no comprenden la intención de nuestra flota. Nos moveremos a la retarguardia de la sexta flota y les atacaremos. ¿Cuantas horas necesitaremos?”
“Menos de cuatro”
“Mirate, ya lo habías averigurado” Dijo Reinhard sonriendo de nuevo. Cuando sonrió, su cara era como la de un niño. Pero lo que borró la sonrisa de su rostro en un latido era el darse cuenta de que parios pares de ojos les miraban con atención. Reinhard no enseñaría esa sonrisa a nadie más que a Kircheis.

“Comunicalo a toda la flota. Cambiad gradualmente nuestro rumbo en el sentido de las agujas del rejoj mientras avanzamos a atacad la sexta flota del enemigo por su flanco popa-estribor”

“Como desee” Contesto Kircheis, pero miraba a su rubio oficial superior como si tuviera algo que decir.

Reinhard unió sus cejas en un gesto de sospecha y le devolvió la mirada “¿Alguna objección?”

“No era eso. Me preguntaba si podríamos dejar que los soldados tuvieran un descanso, ya que tenemos algo de tiempo libre”
“Oh, por supuesto. No me había dado cuenta”


Reinhard emitió la orden para que los soldados recibieran un descanso de hora y media, que se tomaran a lo largo de dos turnos. Durante ese tiempo, comerían y descansarían en las camas-tanque. Una cama tanque era en esencia un gran acuario hecho de plastico ligero y lleno de 30 centímetros de un agua fuertemente salina, mantenida a 32 grados constantes. Quien flotara en su interior disfrutaría de una perfecta paz y tranquilidad, aislados de todo color, luz, temperatura, sonido y cualquier estímulo esterno. Dormir una hora en un tanque, tenía el mismo efecto para la mente y el cuerpo que ocho horas en una cama. No había nada igual para restablecer soldados desfallecidos en cuerpo y espíritu por las durezas del combate

En las pequeñas escuadras en los que no había suficientes camas tanque (o no habían) a veces se usaban estimulantes, pero a menudo no solo eran peligrosos para el cuerpo, sino que tenian un efecto negativo en la misma organizacion militar. Soldados caídos en la drogadicción no tenían ningun valor como recurso humano, así que de forma acorde, esta medida solo era tomada en la peor de las circunstancias.


Los heridos tambien estaban siendo tratados. Era ampliamente conocido desde los ultimos años del siglo 20 dc, que los electrones podrían estimular las celulas, aumentando la capacidad natural de sanación de un paciente a grandes saltos. Añade a eso el desarrollo de la tecnología cyborg….era una era en la que el 90% de los soldados heridos que veían a un médico militar podían salvarse. Aunque por supuesto podría ser posible que fueran llevados a un estado en que la muerte fuese vista como algo mejor...

En cualquier caso las tripulaciones de la marina imperial fueron visitadas por un periodo temporal de paz y tranquilidad. Un alegre bullicio se arremolinaba en torno a los comedores de cada nave. Pese a que el alcohol estaba prohibido, los soldados estaban en un estado de embriaguez producto de la batalla en el que la comida sabía mejor de lo que de hecho era. “ Incluso nuestro joven comandante es bastante bueno ¿no crees?” susurraban algunos aquí y allá. “Pensaba que estaba aquí como un adorno, sin nada mas que su buen aspecto. Pero realmente es un buen táctico. Quizás el mejor desde los viejos días del Almirante Wood...”
La pregunta del porque y el para quien, ellos y sus inadvertidos, desconocidos enemigos se mataban uno al otro no se escuchaba entre los soldados esa vez. Simple y honestamente se alegraban de sobrevivir y se su victoria. Pero a las pocas horas, una porción de supervivientes se uniría a los rangos de los recién caídos.


IV
“Señas de una nave identificadas a las 4:30, identificacion imposible”
Cuando el informe, emitido por un destructor de la retarguardia, fue recibido; el vicealmirante Moore (Comandante de la sexta flota de la alianza) estaba en medio de un almuerzo con sus oficiales. Sosteniendo el cuchillo sobre su filete de gluten, el vicealmirante le puso mala cara al oficial que había entregado el mensaje. Sujeto en su lugar por una mirada mas afilada que el cuchillo, el oficial se sentia aterrado. El vicealmirante Moore era ampliamente conocido por ser un hombre justo pero brusco.

“¿A las 4:30, dice?”

La voz del vicealmirante era igual de afilada que su mirada, en ese momento.
“S-Si, señor. A las 4:30. No sé decir aún si es un contacto amistoso o no”

Pese a sus causticos comentarios, Moore interrumpió su almuerzo y se alejó de sus sobresaltados oficiales. Cuando los miró sus hombros fuertes temblaron mientras se reía.
“¡Mirad esas caras de cervatillos asustados! El enemigo esta en la dirección a la que vamos, no pueden estar justamente en 0430, ¿oh si?”

El vicealmirante siguió hablando con una voz fuerte. “Vamos con toda celeridad al campo de batalla. Sin duda la flota esta haciendo lo mismo. En ese caso podemos atacar al enemigo por detrás, desde estribor y babor. Tenemos una muy buena oportunidad de ganar- no, de hecho definitivamente ganaremos. Desde la perspectiva de los números y la formación...”
“Pero comandante...”
El hombre interrumpiendo el arranque de elocuencia del vicealmirante era uno de sus oficiales, el teniente comandate Lapp. Se estaba limpiando un chorretón de grasa de la boca con una servilleta.

“¿Qué?”
“¿Y si el enemigo ha desplazado el campo de batalla? Tal cosa no es completamente incier….”
“¿Quiere abandonar a la cuarta flota?”
“Es dificil de decir, señor, pero los suboficiales están proyectando la posibilidad de que la cuarta flota ya haya sido derrotada”

Las cejas gruesas del vicealmirante se unieron en un gesto de enfado. "Esa es una proyección audaz y muy desagradable, ¿no es así, Comandante? Toda esa grasa parece haberle dejado la boca demasiado suelta, como una máquina bien engrasada".

Avergonzado, el Teniente Comandante Lappe guardó su pañuelo.
Para entonces, habían recorrido la circunvalación del interior del barco hasta el puente, cuando inesperadamente el sistema de control gravitacional se quedó atrás por un momento, y ambos casi tropezaron. Había sido forzado por un agudo cambio de rumbo, aunque un dispositivo de medición estaba registrando energía direccional suficiente para destruir el barco justo detrás del casco.
"¡Enemigo atacando el flanco de estribor de popa!"
Los canales de comunicación de la Sexta Flota estallaron en gritos de sorpresa, que fueron inmediatamente borrados por la estática.
Los oficiales se estremecieron, pues las transmisiones confusas testificaron elocuentemente que el enemigo estaba muy cerca.
"¡No pierdan la cabeza, gente!"
Las palabras del Vicealmirante Moore estaban medio dirigidas a sí mismo. Sus arrepentimientos lo abofetearon con fuerza sobre su gruesa papada.
Las naves de vanguardia de la flota no fueron desplegados en la retaguardia. No había forma de que las viejas naves allí pudiesen soportar un ataque por detrás.
¡La fuerza imperial está detrás de nosotros! ¿Significa eso que la Cuarta Flota fue destruida? ¿O el imperio había preparado una gran fuerza separada?
"Intercepten y abran fuego".
Cuando la confusión se apoderó de su corazón, el vicealmirante emitió un mínimo de órdenes, que aún no podían resolver su confusión.
La fuerza imperial ,comandada por Merkatz, un experimentado almirante; había asumido una formación de ataque pulcra y ordenada y había lanzado el ataque a la Sexta Flota de la Armada de la Alianza. Cañones de rayos de neutrones lanzaban relucientes destellos de muerte contra los campos de fuerza de baja potencia lanzados por las antiguas naves de la alianza, atravesando los campos y empalando las naves.A través de su pantalla, Merkatz contempló una escena de bolas de fuego deslumbrantes, floreciendo y desvaneciéndose en medio de la eterna oscuridad.
Era un espectáculo que se había vuelto familiar para él en los últimos cuarenta años, pero esta vez sintió algo profundo y poderoso que nunca antes había sentido. Merkatz ya no veía a Reinhard como una simple rubia muñeca de porcelana. Esa victoria inicial no había sido casualidad. Fue el resultado adecuado de un cambio audaz en el pensamiento, basado en una perspicacia aguda y una cuidadosa toma de decisiones. Permitir que las fuerzas de uno sean atacadas desde tres direcciones, sólo para lanzar ataques separados sobre una fuerza dividida antes de que pueda cerrar la red.
No había forma de que pudiera haber hecho eso. Sus compañeros de armas de los viejos tiempos eran los mismos. Esto sólo era posible para un hombre joven, que aún no estaba encadenado por los convencionalismos.
La era de los viejos soldados como nosotros puede que ya haya pasado. Sin querer, había pensado tal cosa.
Incluso durante su momento de reflexión, la batalla se hacía más feroz.
La fuerza imperial perforó las filas de la alianza como un taladro, ganando cada vez más terreno tanto en los intercambios de cañonazos como en los combates cuerpo a cuerpo. Parecía que toda la fuerza estaba en lo alto, aprovechando al máximo la ventaja que venía con la primera sangre. La fuerza de la alianza estaba lanzando un contraataque desesperado, pero con los comandantes incapaces de recuperarse de su confusión, había pocas esperanzas de que se produjera un repunte.
El vicealmirante Moore, de pie, congelado como una escultura de un templo en medio del piso del puente, gritó: "¡Vengan todas las naves!". Por fin se había decidido. Hasta entonces, sólo había estado diciendo una y otra vez, como para si mismo: "¿Qué está pasando?
"¡Comandante! Incluso si nos damos la vuelta, no causaremos más que confusión. Creo que deberíamos avanzar a toda velocidad mientras hacemos un cambio de rumbo en el sentido de las agujas del reloj hacia el enemigo por detrás".
La sugerencia del teniente comandante Lappe chocó con la robusta estructura del vicealmirante y rebotó sin sentido.
"En el momento en que golpeamos la parte trasera del enemigo, la mayoría de nuestras naves serían destruidas. Gira y dispara."
"Sí, pero-"
"¡Cállate!"
El Vicealmirante Moore dio un grito de enojo que hizo temblar todo su cuerpo, y el comandante de teniente cerró la boca, entendiendo claramente que su oficial al mando había perdido la cabeza.
Cuando el gigantesco casco de Pergamum, buque insignia de la Sexta Flota, comenzó a hacerse realidad, los otros buques que lo seguían hicieron lo mismo. Pero no fue una maniobra fácil de realizar mientras estaba bajo fuego. El experimentado Merkatz saltó sobre la confusión de su enemigo de inmediato.
Los cañones de haz de la fuerza imperial golpearon con fuerza con cascadas de rayos resplandecientes que recorrían el cielo como lluvias de meteoritos. En cada trimestre, los campos de fuerza neutralizadores de energía se sobrecargaron y colapsaron, y las naves de la alianza fueron destruidas.
Las oleadas de energía que ya se habían visto en el espacio de batalla anterior estaban empezando a formarse de nuevo en éste, y el Vicealmirante Moore y el Teniente Comandante Lapp por igual tenían la sensación de que las naves de la alianza solo estaban siendo sacudidas por ellos.
"Múltiples naves pequeñas se acercan rápidamente a Pergamum", gritó un operador. Una de las pantallas mostraba un gran enjambre de valkirias, y en poco tiempo ocuparon las pantallas de numerosas consolas. Demostrando ágilmente su maniobrabilidad, llegaron en haces de fuego a quemarropa.
"Va a ser una pelea de perros. Lanza a los espartanos".
Esta orden también llegó demasiado tarde y les costó mucho. Los valkirias habían estado esperando el momento en que los espartanos se separaran de sus portadores. Cuando un torrente de rayos brillantes estalló sin piedad, la nave de combate de la alianza se voló en bolas de fuego, privada incluso del derecho a morir en batalla.
"¡Comandante, mire eso!" Un operador estaba apuntando a una de las pantallas. Un acorazado imperial se acercaba a ellos. Y detrás de él, y detrás de lo que estaba detrás, uno sobreponiéndose al otro, se podían ver las sombras de más naves. El puente estaba impregnado de un aire opresivo de amenaza.
Pergamum estaba ahora rodeada de múltiples anillos de naves.
"Están enviando una señal visual", informó el operador en un susurro.
"Mira si puedes decodificarlo." El Vicealmirante Moore se quedó callado; la orden había venidoo del Teniente Comandante Lapp. Incluso su voz era baja y seca.
"Decodificando...'Están completamente rodeados y sin ningún medio de escape. "Ríndase y le prometo que le trataré con amabilidad". ”
El mensaje decodificado se repitió una vez y luego terminó, e incontables miradas e incontables silencios se clavaron en el inmenso cuerpo del Vicealmirante Moore. Cada uno de ellos pedía una decisión del comandante de la flota.
"Ríndete," dice..." La cara del vicealmirante se tornó de color borgoña mientras gruñía su respuesta. "¡Olvídalo! Puedo ser un fracasado, pero no seré un cobarde".
Veinte segundos después, un destello blanco envolvió la nave insignia.


V
La acumulación de malestar estaba a punto de alcanzar el punto de saturación.
Una nube de tormenta invisible parecía colgar sobre el puente de la Patroklos, buque insignia de la Segunda Flota de la Armada de la Alianza. ¿Cuándo se formaría un arco para atacar al enemigo? Cuando se dieron las órdenes de asumir una formación de batalla de fase uno, toda la tripulación se estaba cambiando a trajes espaciales. Aún así, el malestar pasaba a través de sus trajes, haciéndoles sentir la carne de gallina.
"La Cuarta y Sexta Flota han sido aparentemente destruidas."
"Estamos solos aquí afuera. Y ahora la fuerza del enemigo es mayor que la nuestra".
"Quiero información. ¿Qué está pasando? ¿Cuál es la situación actual?"
Hablar fuera de turno estaba prohibido, pero si no decían algo, el malestar sería insoportable. Esto no estaba en el plan. ¿No iban a atrapar a un enemigo de la mitad de su tamaño en un
movimiento envolvente para aniquilarlos, y entonar después una canción de victoria…?
De repente, la voz de un operador sonó a través del puente desde su micrófono.

"Flota enemiga acercándose."
"De la una o las dos en punto..." Yang murmuró. Aunque sólo se hablaba a sí mismo, el siguiente informe llegó como una respuesta:
"Rumbo 0110, elevación menos once grados, acercándose a alta velocidad."
Yang no respondió a la tensión que entonces se apoderó del puente del buque insignia Patroklos en sus garras.
Todo esto fue como él lo había anticipado. La fuerza imperial había golpeado a la Sexta Flota de la alianza en su flanco de estribor de popa y perforado a fondo para emerger de la proa por su lado de babor, trazando una curva natural mientras giraba su punta de lanza hacia el último enemigo que le quedaba, la Segunda Flota. Con la Segunda Flota avanzando en línea recta, sólo siguió que la flota imperial apareciera desde algún lugar entre la una y las dos de la tarde.
"A sus puestos de combate" ordenó la Vicealmirante Paetta, y Yang pensó: "Eres demasiado lento".
Esperar a que el enemigo viniera a ti y luego contraatacar era la táctica ortodoxa, pero en este caso, era imposible ignorar el hecho de que los pensamientos de Paetta estaban enclaustrados. Las medidas que debían adoptarse también requerían un calendario adecuado para su aplicación. Con maniobras rápidas, no habría sido imposible golpear a la fuerza enemiga por detrás y luego coordinar con la Sexta Flota para atraparlos en un movimiento de pinza.
En la batalla, era imposible sacrificar a nadie. Sin embargo, al mismo tiempo, el efecto de la victoria se redujo en proporción inversa a las pérdidas crecientes. Fue al encontrar el punto que hizo compatibles ambas proposiciones que la táctica como disciplina encontró su razón de ser. En otras palabras, significaba obtener el máximo efecto por las mínimas pérdidas, o para decirlo con más frialdad, encontrar la manera más eficiente de asesinar a tus camaradas. Yang se preguntó dudoso si su comandante lo entendía.
Era demasiado tarde para hacer algo por los que ya habían sido sacrificados. Y desde el principio, esto no era algo que se podía esconder bajo la alfombra diciendo: "No se podía evitar". Los líderes militares deberían estar colgando sus cabezas avergonzados por su pobre liderazgo táctico. Pero eso vendría más tarde, después de todo lo que se dijo y se hizo, en lo que tenían que pensar ahora era en cómo evitar una reproducción expansiva de su error y en cómo encontrar alguna forma de convertir un desastre en una bendición.
Si el arrepentimiento pudiera traer de vuelta a los oficiales y soldados muertos, el latón de los instrumentos de viento derramaría lágrimas por kilolitro. Pero en última instancia, no estarían haciendo nada más que tocar elegías, ¿no?
"¡Todos los barcos, abran fuego!"
Nadie sabía si esa orden era anterior o posterior. Un destello de luz lo suficientemente fuerte como para hacer creer a la gente que sus retinas habían sido fritas les robó la visión a todos los que estaban en el puente.
Con un retraso de medio instante, el cuerpo del Patroklos fue empujado por un explosivo estallido de energía, luego lanzado y girado en todas direcciones.
Los ruidos de las cosas que caían y los objetos que chocaban se superponían con gritos y gritos de ira. Ni siquiera Yang pudo evitar caer. Le dieron un duro golpe en la espalda y le sacaron el viento. Mientras el comunicador de su casco recogía un caótico batiburrillo de ruidos y voces y un fuerte flujo de aire de los alrededores, Yang enderezó su respiración y cubrió sus ojos ciegos con las palmas de sus manos protegiéndolos, aunque después del hecho.
¿Y quién necesitaba un apósito por eso? El no poder ajustar la capacidad de fotoflujo de las pantallas no fue un error fácil de perdonar. Si este tipo de cosas siguieran sucediendo, sería una maravilla que no perdieran.
"... ¡esto es la torreta de popa! Puente, por favor, responda. ¡Esperando órdenes!"
"- Sala de máquinas. Esta es la sala de máquinas. Puente, responda por favor..."
Por fin Yang abrió los ojos. Una niebla esmeralda colgaba sobre todo su campo de visión.
Se sentó y notó a la persona que estaba a su lado. Un líquido espeso y pegajoso, profundamente hueco, cubría todo, desde la boca hasta el pecho.
"Comandante", dijo Yang en voz baja, mirando de cerca la cara del vicealmirante. Plantó con firmeza ambas piernas y se puso en pie.
Una fisura atravesaba ahora una sección del mamparo, y la presión del aire estaba cayendo rápidamente. Parecía que unos pocos que no habían encendido sus botas magnéticas habían sido succionados. La abertura, sin embargo, estaba siendo sellada rápidamente por un agente adhesivo vaporizado soplado contra ella por la pistola de operaciones del sistema de auto-reparación.
Yang miró alrededor del puente. Esto era un desastre; casi nadie seguía de pie. Después de confirmar que el comunicador de su casco seguía funcionando, Yang empezó a dar instrucciones.
"El comandante Paetta está herido. Que vengan al puente un cirujano militar y los paramédicos, por favor. Oficiales de operaciones, averigüen el alcance de nuestros daños y comiencen las reparaciones. Por favor, dense prisa. Torretas de popa, todas las naves ya están en combate, así que no deberían necesitar instrucciones particulares – hagan sus tareas asignadas. Sala de máquinas: ¿Habeis dicho algo?"
"Estaba preocupado por las cosas en el puente, señor. No hay daños aquí."
"Bueno, gracias a Dios por eso." Había una nota de sarcasmo en su voz. "El puente está operativo, como pueden oír. Ahora quiero que te calmes y te concentres en tus deberes".
Echó otro vistazo alrededor del puente.
"¿Hay algún oficial aquí que no esté herido?"
Un hombre se adelantó con un paso un poco peligroso. "Estoy bien, Comodoro."
"Tú eres, un..."
"Teniente Comandante Lao, del equipo de oficiales de Estado Mayor." La cara de ojos pequeños y nariz pequeña que se asomaba por el casco del traje espacial parecía de la misma edad que Yang. Además, dos astrogadores y un operador levantaron las manos y se pusieron de pie, pero eso fue todo.
"¿Nadie más?"
Yang abofeteó su casco donde estaba su mejilla. El liderazgo de la Segunda Flota había sido esencialmente eliminado.
Un cirujano vino corriendo con un equipo de paramédicos. Rápida y eficientemente, revisaron a la Vicealmirante Paetta y le dijeron a Yang que una costilla rota le había perforado el pulmón cuando su pecho se estrelló contra la esquina de un panel de control.
"Ha tenido bastante mala suerte", opinó el médico innecesariamente. Por otro lado, no se podía negar que la suerte de Yang había sido buena.
"Comodoro Yang..." El Vicealmirante Paetta llamó a su joven oficial de Estado Mayor, asediado por tormentos tanto físicos como mentales. "Tome el mando de la flota..."
"¿Yo, señor?"
"Eres el oficial de más alto rango que sigue de una pieza. Muéstrame... lo que vales como táctico..." El vicealmirante dejó de hablar repentinamente; había perdido el conocimiento. El médico de la marina llamó a un coche robot que servía de ambulancia.
"Le tiene en gran estima, ¿verdad?", dijo el teniente Lao, impresionado.
"¿Lo hace? Me pregunto."
El Teniente Comandante Lao, ignorante de los choques de opinión entre el vicealmirante y Yang, echó un vistazo dudoso a esa respuesta. Yang se acercó al tablero de comunicaciones y accionó el interruptor para la comunicación externa. Parecía que las máquinas eran más robustas que la gente.

"Atención, todas las naves. Este es el segundo al mando de la flota, oficial de Estado Mayor Comodoro Yang Wen-Li."
La voz de Yang corrió por los espacios vacíos, atravesando el vacío.
"El buque insignia Patroklos ha recibido un golpe, y el Vicealmirante Paetta está gravemente herido. Por orden suya, tomaré el mando de la flota".

Aquí se detuvo por un instante, dando a sus camaradas el tiempo que necesitaban para recuperarse de la conmoción.

"No os preocupeis. Si seguís mis órdenes, estará bien. Si quereis volver vivos a casa, necesito que mantengais la calma y hagais lo que os pida. En este momento, nuestro bando está perdiendo, pero lo único que importa es ganar en el último momento".


Vaya, hasta yo estoy hablando muy alto. Yang sonreía irónicamente, pero sólo por dentro; no dejó que saliera a la superficie. En la posición de comandante, tenías que inflar tu pecho incluso cuando te apetecía colgar la cabeza.

"No vamos a perder. Todas las naves: concéntrense en destruir sus objetivos uno por uno hasta que les envíe más instrucciones. Cambio."

Esa transmisión también estaba siendo monitoreada por las fuerzas imperiales. En el puente del buque insignia Brünhild, Reinhard levantó ligeramente sus cejas finamente formadas. "¿No vas a perder? Si siguen tus órdenes, ¿estarán bien? Parece que las fuerzas rebeldes también tienen gente que puede decir muchas bravuconadas". Dijo con una mirada semejante a un destello frío ,como un trozo de hielo cobijado en sus ojos. "En este punto, ¿cómo piensa compensar su débilidad? ...Hmm, no importa. Vamos con "Muéstrame lo que tienes". ¡Kircheis!"

"Señor."

"Reagrupa nuestras filas. Dígale a todas las naves que asuman una formación de aguja. ¿Entiendes por qué?"

"¿Piensas hacer un avance frontal?"

"Correcto, como esperabai."

A través de Kircheis, la orden de Reinhard fue transmitida a todos los barcos de la fuerza imperial.

De no ser por su casco, Yang se habría quitado la boina para rascarse el pelo negro en ese momento. Cuando había poca diferencia en la fuerza, la táctica más efectiva para el bando atacante era el avance frontal o el cerco parcial. Había estado adivinando que elegirían al más agresivo de los dos, y parecía que se las había arreglado para dar en el clavo.

"Teniente Comandante Lao."

"Sí, Comandante en funciones, señor."

"El enemigo está asumiendo una formación de aguja. Van a hacer un avance frontal".

"¡Un avance frontal!"

"Están de buen humor después de eliminar la Cuarta y Sexta Flota. La fuerza imperial probablemente no pensará en otra cosa".

El Teniente Comandante Lao miró desesperadamente a Yang mientras le proporcionaba su comentario. La debilidad de la fuerza de la alianza -de la que la expresión de Lao era representativa- era el verdadero fruto de las tácticas agresivas del imperio, reflexionó Yang.

"¿Cómo piensas contrarrestarlo?"

"Tengo algo en mente."

"¿Pero cómo nos comunicamos con las otras naves? Existe el peligro de que el enemigo esté escuchando nuestras transmisiones. Las señales del flash tienen el mismo problema, y los transbordadores tardarían demasiado".

"No te preocupes, usa múltiples canales y dile a todas las naves que abran los circuitos C4 de sus computadoras tácticas. Eso será suficiente. Si eso es todo lo que decimos, el enemigo no debería entenderlo aunque lo recoja".

"Comandante en funciones, señor, ¿significa eso que... Su Excelencia ya había elaborado un plan e introducido los datos... mucho antes de que esta batalla comenzara?"

"Aunque hubiera preferido que se desperdiciara", dijo Yang. Quizás en su tono de voz había una pequeña nota de autojustificación. Las miradas heladas habían sido la recompensa estándar para los profetas de la desgracia, incluso cuando Casandra era reina de Troya.

"No importa, date prisa y transmite mis instrucciones".

"Sí, señor, ahora mismo."

El Teniente Comandante Lao salió corriendo hacia el asiento del oficial de comunicaciones reocupado. Con sólo cinco oficiales ilesos, era imposible dirigir el puente, por lo que se convocó a unos diez hombres de otros departamentos. Los buques de guerra no llevaban exceso de personal, lo que significaba que los patrulleros estarían escasos de personal en otros lugares. Sin embargo, no se podía evitar.

Tomándose su tiempo, la fuerza imperial preparó la formación de aguja y luego comenzó su carga. Los barcos de la alianza los recibieron con armas de fuego, pero los barcos imperiales no les prestaron ninguna atención. A medida que la distancia entre las dos bandos se reducía , los rayos en continua erupción comenzaron a tejer innumerables patrones de barras entrecruzadas.

Comandado por Fahrenheit, el escuadrón de vanguardia del imperio no se ralentizó cuando se sumergió en las filas de la alianza.
"¡Todos los barcos enemigos nos están atacando!" La voz de la operadora era aguda y aguda.

Yang miró el panel del techo. Un monitor de ángulo obtuso de 270 grados fue insertado allí. Mientras las naves enemigas aceleraban y cerraban la distancia, parecían estar saltando ferozmente hacia la garganta de la alianza. Sus movimientos eran dinámicos y precisos. Frente a ello, las fuerzas de la alianza que los interceptaron no pudieron evitar parecer perezosos y deslucidos.

Bueno, veamos qué pasa.

En la silla de mando, Yang se cruzó de brazos. No estaba tan tranquilo como parecía. En la actualidad, las acciones del enemigo estaban dentro de los límites de las predicciones de Yang. El problema era lo que harían sus aliados. Todo estaría bien si siguieran su plan, pero un paso en falso y las cosas se saldrían de control, y toda la flota se pondría en fuga. ¿Y qué haría entonces?

Ráscate la cabeza y haz como si estuvieras avergonzado, se dijo Yang, respondiendo a su propia pregunta. No podía predecirlo todo, ni había un movimiento infaliblemente correcto que pudiera hacer. No era responsable de cosas que estaban más allá de su poder.

VI

El panel de proyección que formaba el techo estaba cubierto de luces pulsantes. El acorazado Patroklos estaba ahora en medio de un remolino de rayos de partículas. Las rayos les llegaban de proa a popa, babor y estribor, hacia arriba y hacia abajo, con un grosor que se asemejaba más a los palos que a las lanzas.

La propia Patrulla también había abierto fuego, enviando exhalaciones de muerte y destrucción que golpeaban a sus enemigos. Un inmenso desperdicio de energía humana -o energía material- se justificaba como el camino hacia la victoria y la supervivencia.

"¡Se acerca el acorazado enemigo! A juzgar por su modelo, probablemente sea Wallenstein".

Wallenstein ya había sufrido considerables daños estructurales, al parecer al haber cargado directamente a través del fuego. Su batería principal medio estropeada apuntó a Patroklos desde el principio, pero la respuesta de Patrokllos, esta vez, llegó rápidamente.

"¡Disparen todos los cañones principales! ¡El objetivo está justo enfrente de nosotros!"

La orden fue dada por el Teniente Comandante Lao, quien temporalmente se desempeñaba como jefe de artillería.

Los cañones delanteros de Patroclo escupieron rayos sincronizados de neutrones, dando un golpe directo a Wallenstein, muerto en su sección media.

Después de un instante de agonía, el gigantesco acorazado de la Armada Imperial voló en pedazos. En el circuito de comunicaciones del casco de Yang se escucharon gritos de alegría, pero sus notas finales se transformaron en gritos de horror renovado. La siguiente nave enemiga, Kärnten, se estrelló altaneramente a través del brillante remolino blanco de la explosión de la fusión, revelando su majestuosa forma. Yang reconoció de nuevo la dignidad y la grandeza existente en la formación de la Armada Imperial, así como su fuerte espíritu de lucha.

Estaba claro que su poderosa voluntad de luchar nació de sus abrumadoras victorias. Por un momento, Yang se sintió cautivado por la idea de que podría estar siendo testigo del momento en que nació un gran general.

"Algunos generales son llamados'sabios' y otros'feroces', pero un comandante que trasciende esas categorías -que inspira en sus hombres una fe inquebrantable- es alguien a quien yo llamo'grande'.”

Yang había leído esas palabras en un libro de historia. Reinhard von Lohengramm debe ser todavía muy joven, pero al menos está en camino de ser "grande". Es una amenaza para las fuerzas de la alianza y para las viejas estructuras de poder de la Armada Imperial, lo más probable es que también lo sea”.

Yang cruzó los brazos hacia el otro lado y saboreó la pequeña satisfacción que pudo al pensar que probablemente estaba sentado justo en medio de la corriente de la historia.

Incluso durante ese intervalo, el estado del campo de batalla cambiaba momento a momento.

Kärnten y Patroklos habían intercambiado fuego, pero en medio de la confusión de la batalla, se habían separado, sin que ninguno de los dos hubiese dado un golpe mortal.

Yang cambió su mirada hacia el modelo de campo de batalla simulado que la computadora táctica mostraba en su monitor. Las formas simplificadas mostraban la distribución y condición de ambas fuerzas.

Ocasionalmente se producían movimientos ondulantes hacia atrás en la flota de la alianza, pero en general el despliegue mostraba el avance de la fuerza imperial y la retirada de la fuerza de la alianza.

Esos movimientos fueron aumentando gradualmente en velocidad. El imperio avanzó, la alianza retrocedió. Las diminutas ondas de propagación inversa desaparecieron, y cuanto más se simplificaba la imagen simulada, más se amplificaba el efecto. A los ojos de casi todo el mundo, el imperio parecía dispuesto a tomar la victoria de la mano, y la derrota de la alianza por la cola.

"Parece que hemos ganado", murmuró Reinhard.

Mientras tanto, Yang también asintió hacia el Teniente Comandante Lao.

Parece que va a funcionar", dijo, sin vocalizar su aliviado "¡Gracias al cielo!

Lo que preocupaba a Yang era si los barcos de su propio bando seguirían o no sus instrucciones. Tenía confianza en la operación planeada. En ese momento ya no había forma de ganar. Sin embargo, todavía era posible terminar esto sin perder. Pero eso sólo podría suceder si las otras naves siguieran el plan.

Sin duda había comandantes de escuadrón obstinados que despreciaban la idea de obedecer a un joven e inexperto comandante como Yang, pero ante la ausencia de cualquier otro plan de batalla efectivo, no había más remedio que aceptar las órdenes de Yang. Pero si el deseo de sobrevivir les motivaba más que cualquier sentido de lealtad, Yang no tenía la menor objeción.

Una pizca de desconcierto comenzó a aparecer en la cara de Reinhard.

Se levantó de su asiento, puso ambas manos sobre la consola de mando, y miró fijamente a la pantalla superior. La irritación estaba empezando a hervir por todo su cuerpo. Sus aliados avanzaban, y sus enemigos retrocedían. Al ser golpeada por el ataque frontal, la flota de la alianza se estaba dividiendo a la izquierda y a la derecha. Las escenas dibijadas en la pantalla, la simulación que la computadora táctica estaba reconstruyendo en su monitor, los informes de estado que llegaban de la vanguardia, todos describían exactamente la misma situación.

Pero aún así, un sonido de truenos lejanos estaba empezando a retumbar débilmente en la parte de atrás de su mente. Se dio cuenta de un sentimiento enfermizo que le consumía los nervios, del tipo que se siente justo antes de darse cuenta de que alguien te acaba de jugar una mala pasada.

Puso el puño que había cerrado con la mano izquierda contra la boca, apoyando los dientes ligeramente sobre la segunda articulación del dedo índice. Y en ese instante, sin razón alguna, intuyó lo que su enemigo tenía en mente.

"¡No!"

Ese grito bajo, ahogado por los gritos de los operadores, no llegó a oídos de nadie.

"¡Su fuerza se ha dividido a babor y a estribor! "¡Van a pasar por delante de nosotros por los dos flancos!"

En medio de una conmoción, Reinhard llamó a gritos a su ayudante pelirrojo.

"¡Kircheis! Nos han engañado. El enemigo quiere separarse por ambos flancos y dar la vuelta por detrás. Están usando nuestro avance frontal contra nosotros. ¡Malditos sean!"

El joven de pelo dorado golpeó con su puño contra la consola de mando.

"¿Qué vamos a hacer? ¿Invertir el curso e interceptar?"

La voz de Kircheis no había perdido nada de su fría ntereza. Eso tuvo un efecto calmante en los nervios de su oficial al mando momentáneamente enfurecido.

"No seas absurdo. ¿Quieres que sea más imbécil de lo que era el comandante de la Cuarta Flota?"

"En ese caso, todo lo que podemos hacer es avanzar."

"Exactamente." Reinhard asintió con la cabeza y dio órdenes a su oficial de comunicaciones. "¡Todos los barcos, a toda máquina! Aferrarse a la parte trasera del enemigo que pasa corriendo por delante de nosotros. Dobla a la derecha. ¡Y date prisa!"

VII
Treinta minutos más tarde, ambas formaciones se extendieron en forma de anillo. Fue una visión extraña. La vanguardia de la alianza se enfrascó en un feroz asalto a la cola de la flota imperial, mientras que la vanguardia imperial estaba atacando una de las colas de la flota bifurcada de la alianza.

Visto desde lejos, en las profundidades del espacio, podría haber parecido como dos serpientes brillantes y gigantescas que intentaban tragarse la una a la otra, cada una desde la cola de la otra hacia arriba.

Mirando el modelo simulado en la pantalla, el Teniente Comandante Lao dijo admirado en dirección a Yang: "Nunca he visto una formación de batalla como ésta".

"Me imagino que no.... Es la primera vez para mí, también."

Pero las palabras de Yang sólo eran verdaderas a medias. Cuando la humanidad había vivido sólo en la superficie de un planeta remanso llamado Tierra, este tipo de formación había aparecido en los campos de batalla un sinnúmero de veces. Incluso las brillantes tácticas empleadas por el conde von Lohengramm tenían precedentes en las guerras terrestres. Desde la antigüedad, para bien o para mal, los genios militares tomaron inevitablemente el escenario durante las épocas de guerra, volviéndole la espalda lo que había sido un pensamiento táctico ortodoxo hasta su llegada.

"¡Mira esta miserable excusa para una formación de batalla!"

El grito de enojo resonó en el puente de Brünhild. Reinhard suprimió su voz y gruñó.

"¿No significará esto que nos enfrentamos a una batalla de desgaste?"

Se le entregó un informe sobre la muerte de un oficial de alto rango. El Contraalmirante Erlach se había quedado boquiabierto con la nave en la que había estado. Ignorando la orden de Reinhard de avanzar a toda velocidad, había estado tratando de dar la vuelta e interceptar la fuerza de la alianza cuando en medio del turno su nave había recibido un impacto directo de un cañón de rayo de neutrones.

Qué clase de imbécil trata de dar la vuelta a un barco justo delante de los enemigos que le están pisando los talones! Sólo puede culparse a sí mismo. Pero aún así, no se puede negar que esto arroja una ligera sombra sobre la victoria del imperio.

Yang había comprendido desde el momento en que lanzó esta operación que se convertiría en una batalla de desgaste. El comandante de la flota imperial, el conde von Lohengramm.


tonto. No era probable que continuara una batalla infructuosa que no hacía nada más que aumentar el derramamiento de sangre y la destrucción. Ese había sido el plan: forzar al enemigo a tomar esa decisión....

"El enemigo debería empezar a retirarse pronto", le dijo Yang al Teniente Comandante Lao.

"¿Vamos a perseguirles?"

"... no lo hagamos." El joven comandante agitó la cabeza. "Sigamos su ejemplo, cuando se retiren, nosotros también. Hemos hecho todo lo que hemos podido hasta ahora, no hay forma de que podamos seguir luchando".

También se mantenía en esos momentos una conversación en el puente de la Brünhild.

"Kircheis, ¿tus pensamientos?"

El joven pelirrojo se los transmitió.Era una respuesta reservada pero inequívoca.

"¿Tú también lo crees?"

"Si continuamos luchando, el daño en ambos lados sólo aumentará. Eso no serviría para nada militar".

Reinhard asintió con la cabeza, aunque un poco de insatisfacción se deslizó por sus mejillas juveniles. Incluso si aceptaba el razonamiento, no estaba satisfecho emocionalmente.

"¿Eso es frustración?"

"Nada de eso, aunque quería una victoria más inequívoca. Es una pena, es como dejar los toques finales de una pintura."

Eso es lo mismo que tú, pensó Kircheis, una media sonrisa inconsciente que se forma alrededor de su boca.

"Aniquilaron dos de sus flotas atacando a sus fuerzas por separado, incluso cuando estaban rodeadas en tres bandos por una fuerza dos veces más grande que la nuestra. Y aunque la flota restante dio la vuelta y nos cubrió las espaldas, aún así luchaste hasta el punto de paralizarlos. ¿No es suficiente? Esperar más sería lo que llamamos "sólo un poco codicioso". ”

"Lo sé. Y también está la idea de dejar algo para el día siguiente".

Aunque las dos flotas continuaron disparándose la una a la otra, la formación por fin se extendía gradualmente hacia afuera horizontalmente a medida que las dos fuerzas comenzaban a distanciarse entre sí.


una más. La velocidad del fuego también disminuyó, y la densidad de las energías que se desataban se diluyó abruptamente.

"Es bastante bueno. Mejor de lo que esperaba." En la voz de Reinhard había una mezcla de irritación y alabanza. El joven comandante de pelo dorado estaba muy pensativo, y al cabo de unos minutos llamó a su ayudante.

"¿Cómo se llamaba el comandante de la Segunda Flota, el hombre que se hizo cargo a mitad de camino?"

"Comodoro Yang Wen-li."

"Así es, Yang. Envíale un mensaje a mi nombre."

Kircheis, sonriendo, preguntó: "¿Qué clase de mensaje debo enviar?"

"Le felicito, Comandante, por una batalla valientemente librada.... Le deseo suerte hasta el día de nuestro próximo encuentro..." Algo por el estilo debería estar bien.

"Como desees."

Kircheis transmitió la orden de Reinhard al oficial de comunicaciones, quien respondió con una ligera y curiosa inclinación de la cabeza. Kircheis le devolvió una sonrisa agradable. "Como usted, Oficial.... No tengo prisa por volver a luchar contra un oponente tan duro. Es mejor tener victorias fáciles que encontrarnos con enemigos a los que alabar".

"Por supuesto, señor", contestó el oficial de comunicaciones asintiendo con la cabeza.

Sonaron nuevas órdenes de Reinhard: "Volvemos a Odín. Todas las naves, en formación."

Después de añadir algunas órdenes adicionales - "Nos pondremos en la Fortaleza de Iserlohn a lo largo del camino... Calcularemos el daño a amigos y enemigos lo antes posible"- Reinhard bajó la parte trasera de su silla de mando hasta que estuvo mirando hacia el techo hemisférico casi directamente y cerró los ojos.

Sintió que el cansancio venía burbujeando desde debajo de la superficie de su conciencia. Debería estar bien dormir un ratito. Sólo un breve descanso. Kircheis me despertaría si algo sucediera. Sólo tienes que dejar los ajustes para el viaje de vuelta a casa al sistema de astrología inercial...

Para el líder de una fuerza derrotada, delegar las operaciones del escuadrón a comandantes de menor rango y tomar una siesta eran lujos no permitidos. La mayor obligación de Yang era la recuperación de los que quedaban, por lo que tuvo que correr de espacio de batalla en espacio de batalla en busca de supervivientes de la Cuarta y Sexta Flota. Como con la mayoría de las cosas, la parte más difícil es recoger los pedazos cuando termina, pensó Yang mientras se quitaba el casco de su traje espacial y bebía leche enriquecida con proteínas de un vaso de papel.

"Tiene un mensaje de la flota imperial, Asistente del Estado Mayor, quiero decir, Comandante en funciones, señor..."

La cara del Teniente Comandante Lao, que había venido a informarle, estaba llena de curiosidad. Esta batalla no ha sido más que una sorpresa de principio a fin, decía su expresión.

"Léelo por mí."

"Um, de acuerdo. Aquí va: Mis felicitaciones a usted, Comandante, por una batalla valientemente librada... Suerte hasta el día de nuestro próximo encuentro. Alto Almirante Reinhard von Lohengramm, Marina Imperial Galáctica. "Cambio. ”

"Luchó valientemente", dice. Me siento muy honrado."

La próxima vez que nos encontremos te haré polvo, así es como Yang tomó el mensaje.

El infantilismo era como probablemente debería llamarlo, pero no despertó ninguna mala voluntad de su parte.

"¿Qué debo hacer? ¿Debo enviar una respuesta?"

Yang respondió a la pregunta del Teniente Comandante Lao en un tono poco entusiasta. "Dudo que realmente esperen algo así. No importa, sólo ignóralo".

"... Sí, señor."


"En vez de eso, apúrense y lleven a los sobrevivientes a bordo. Quiero salvar a todos los que podamos".

Después de despedirse del Teniente Comandante Lao, Yang volvió la mirada hacia su consola. La propuesta de operaciones que había presentado al Vicealmirante Paetta antes del inicio del combate yacía en el suelo debajo de él. Una amarga sonrisa adornó la boca de Yang. Nunca había esperado que se demostrara que tenía razón. ¿Cuán alto subiría el número de muertos? Yang podía imaginar las caras en el cuartel general militar, con todos los pelos de punta.
Así concluyó la batalla de Astarté.

Por parte del imperio, 2.448.600 efectivos participaron en combate; la alianza desplegó 4.065.900 efectivos. El imperio desplegó más de veinte mil naves, y la alianza más de cuarenta mil. Las muertes en el lado del imperio fueron más de 153.400; para la alianza ese número excedió los 1.508.900. Más de 2.200 barcos imperiales se perdieron o fueron destruidos, mientras que la alianza perdió más de 22.600. Las pérdidas de la alianza se elevaron a entre diez y once veces las del imperio. La invasión del imperio al sistema de Astarté, sin embargo, había sido desviada por un estrecho margen.

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